Categoría 1: ¿Ahora sí?

De cumplirse los pronósticos del presidente Andrés Manuel López Obrador, México estará celebrando junto con su independencia, el regreso a la Categoría 1 en aviación civil. Experto en el arte del “madruguete”, el presidente se adelantó a dar una noticia que por su naturaleza le correspondía dar a conocer a la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos la cual, por cierto, aún no la oficializa.

Más allá de los arrebatos presidenciales, todo apunta a que tras más de dos años de incertidumbre para las líneas aéreas nacionales, que resultaron las más afectadas por la falta de esta certificación, el ansiado regreso habrá de concretarse “pronto”, a decir del también comunicativo embajador estadounidense, Ken Salazar, quien asegura que las deficiencias que llevaron a la degradación en seguridad aérea por el incumplimiento de los protocolos establecidos por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) ya fueron solventadas por las autoridades de nuestro país. Habrá que ver si es cierto.

Durante todo ese tiempo las aerolíneas mexicanas se vieron impedidas de abrir nuevas rutas hacia la Unión Americana en clara desventaja con las compañías de ese país que aprovecharon con creces la reactivación de los vuelos comerciales, luego del fin de la pandemia de covid-19. Hablamos de más de 36 rutas con un desplazamiento de más de 15 millones de personas.

Hasta ahora el camino no ha sido fácil, y si a alguien habría que colgarle una medalla por la recategorización sería al secretario de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, Jorge Nuño, quien tuvo que lidiar, primero en nuestro país con los responsables de las diferentes áreas involucradas para luego cruzar del otro lado de la frontera para ofrecer las garantías correspondientes a los funcionarios de la FAA, que en ningún momento se la pusieron fácil. No hace mucho se discutía el impacto que podrían tener dos acciones de inconstitucionalidad asociadas a la participación de las fuerzas armadas en distintos ámbitos de la administración pública, entre ellos el de la aviación.

Tras el tremendo yerro que fue el haber cancelado la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), es evidente que en el último tramo de su mandato el presidente intentará borrar ese estigma invirtiendo más recursos en el sector, primero canalizando un mayor número de vuelos al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, para lo cual “mañosamente” reducirá a partir de inicios del próximo año la capacidad de vuelos asignados al Aeropuerto Benito Juárez, denunciado repetidamente por saturación; acelerando los trabajos del Tren Suburbano para facilitar el desplazamiento de pasajeros, así como la ampliación de distintas vías de comunicación. El gobierno tendrá también su propia línea aérea comercial de pasajeros.

Todo esto y más podría pasar pero, como la fábula de la lechera y su cántaro, mientras no se oficialice el anhelado regreso a la máxima categoría no se tratará más que de una quimera.

Historias de bolsas de valores

En este mes, la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) realizó su segundo rebalanceo en el año de los componentes del S&P/BMV IPC, en el cual se encuentran una treintena de empresas más grandes y con mayor bursatilización en el mercado. Este lunes, Liverpool salió del índice por no cumplir con los criterios requeridos, lo cual se había anunciado desde el 1º de septiembre. La cadena departamental se mantiene cotizando, pero ya no en el principal índice de la BMV.

Otra historia es que ni la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) ni la Bolsa Institucional de Valores (Biva) han incorporado a nadie desde 2017. Al contrario, varias empresas han salido del mercado accionista: Grupo Lala, Bio Pappel, Bachoco, Aeroméxico, Sanborns, Monex. Cada una por diferentes razones, particularmente el mantener el negocio con control familiar.

Hacia el sur del continente, para el primer semestre de 2025 se completará la integración en un holding regional de la Bolsa de Santiago de Chile (BCS), la Bolsa de Valores de Colombia (BVC) y la Bolsa de Valores de Lima (Grupo BVL), el cual será conocido como “nuam exchange”. Tendrá por sede la capital chilena y el conjunto de accionistas estará repartido en un 40% por la bolsa de Santiago, 40% por la de Bogotá y un 20% para la de Lima.

El nuam exchange busca competir con las bolsas de México y Brasil, contaría con un mercado de 100 millones de personas entre los tres países sudamericanos, y podría competir con México como el segundo mercado bursátil más grande de Latinoamérica. Sin embargo, la ambiciosa iniciativa tiene dos obstáculos, no insalvables, pero sí complicados y de los que puede depender su éxito o fracaso: las diferencias fiscales y del tipo de cambio entre los tres países.

Por lo pronto, en México urge hacer más atractivo el mercado bursátil y que más empresas, particularmente las medianas y pequeñas, tengan acceso a una opción para capitalizarse y crecer.

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