Se vive en Monterrey, y en todo México, luto por el fallecimiento de al menos 9 personas
que acudieron la tarde de este miércoles a participar en el mitin de cierre de campaña en
San Pedro, Nuevo León.
Una tragedia que sólo termina por desplomar también la campaña de los candidatos de
un instituto político que ha desperdiciado un momento político que difícilmente volverá a
conjuntarse.
En los últimos años, los escándalos sobre enriquecimiento, las decepciones y, en general,
la incapacidad, provocaron que las nuevas generaciones voltearan a ver propuestas
nuevas y refrescantes, en el papel, pero que emanan de lo más viejo y recalcitrante del
priismo más anquilosado, justo del mismo priismo que derivó en Morena y que
compartieron Dante Delgado y Andrés Manuel López Obrador.
Con algunas honrosas excepciones, Movimiento Ciudadano se ha convertido en un partido
más, igual que los otros. Y está dispuesto a perder todo lo que ha conquistado con tal de
perpetuarse y seguir tomando decisiones apresuradas y de “grilla”, no de políticas o de
administración públicas.
Lo que sucedió el miércoles en Monterrey va a tener una afectación directa en la
intención de voto. Los candidatos a alcaldes han perdido el efecto Samuel, pues los
errores están también expuestos y su personalidad real ha aflorado en los momentos
menos oportunos.
La alcaldía de Monterrey, por otro lado, tendrá un doble reto: enfrentar una contienda
muy cerrada entre dos candidatos, uno de coalición, Adrián de la Garza, y otra de MC,
Mariana Rodríguez, actual primera dama de Nuevo León; y suceder a Luis Donaldo Colosio
Riojas, quien mantiene una amplia aceptación hasta ahora.
Malas noticias para Movimiento Ciudadano, que en un mismo proceso electoral, pasó de
buscar seriamente la presidencia de la República y que hoy sólo aspira a no perder su
registro.
Una política exterior para el olvido
Muy poco habrá de trascender Andrés Manuel López Obrador en una política exterior que
para muchos sería mejor que cayera en el olvido. No bien había iniciado el sexenio y ya el
presidente de México se había granjeado un primer adversario, como rimbombantemente
gusta llamar a quienes se niegan a aceptar sus imposiciones igual afuera que dentro del
país. Como rival eligió al Rey Felipe IV de España a quien, a través de una misiva, le pidió
reconocer los atropellos que se cometieron durante la conquista y pedir disculpas por
ellos.
El rey ni siquiera se digno en contestarle, fue el gobierno español quien respondió
resaltando la cooperación entre ambas naciones así como la visión de retos futuros que
estas tendrían que compartir, pero de disculpas ni hablar. Fue así como España se
convirtió durante meses en uno de los clientes favoritos en esas conferencias matutinas
que el presidente utiliza para denostar a sus oponentes a quienes no les da un sitio para
defenderse.
Poca participación tuvo López Obrador en los escenarios multilaterales. No asistió ni una
sola vez al Foro Económico Mundial de Davos; en 2020 tuvo una fugaz participación virtual
en la Cumbre de Líderes del G20 y en 2021 en Nueva York, ante el Consejo de Seguridad
de la Organización de las Naciones Unidas, en donde propuso un plan para combatir la
pobreza en mucho basado en sus programas sociales a los que calificó de exitosos. De lado
quedó la novena Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, California, en la que López
Obrador desdeñó al anfitrión, Estados Unidos, para colocarse codo a codo con los
gobiernos dictatoriales de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Pero aún vendría más. Entre los logros del presidente se encuentra el haber sido
nombrado persona non grata en Perú, luego de que contraviniendo la Doctrina Estrada,
interviniera en los asuntos internos de esa nación sudamericana al desacreditar
abiertamente a la presidenta constitucional Dina Boluarte quien ascendió al poder tras el
fracasado intento de autogolpe de Estado fraguado por parte de Pedro Castillo, quien por
cierto a la fecha sigue encarcelado.
Hoy, ya para bajar la cortina, nuestro país se encuentra inmerso en un nuevo conflicto
pero ahora con Ecuador, luego de que el pasado 5 de abril el presidente Daniel Novoa,
rompiendo todo tipo de protocolo, invadiera la sede diplomática de México para sustraer
al ex vicepresidente Jorge Glas, sobre el que pesa una condena por asociación ilícita y
cohecho agravado. De acuerdo a la versión ecuatoriana, se gestaba subrepticiamente la
salida del acusado violando las leyes del tratado de asilo ya que se trataba de un caso
juzgado y por lo tanto un evasor de la justicia.
México acudió con todo ante la Corte Internacional de Justicia de las Naciones pidiendo
todo tipo de sanciones, de acuerdo a la canciller, Alicia Bárcena, la primera de ellas
declarar a Ecuador como único responsable de lo sucedido; suspender a Ecuador como
integrante de la ONU y establecer como precedente que en el futuro cualquier nación que
actuara como Ecuador fuera expulsada del máximo organismo internacional sin
posibilidad de veto.
Ayer, por unanimidad, la Corte Internacional de Justicia dijo “no” a las medidas
provisionales solicitadas por México quien exigía que el gobierno de Daniel Noboa tomara
las normas “apropiadas e inmediatas” para proveer seguridad y protección a su residencia
diplomática así como sus archivos. Paralelamente reclamaba que se le permitiera despejar
locales diplomáticos y la residencia privada de los agentes diplomáticos así como la
abstención de cualquier conducta que pudiera agravar el litigio.
Un cierre que el presidente hubiera deseado que fuera apoteósico en política exterior
pero que, sin embargo, por lo menos hasta el momento, parece que habrá de pasar a la
historia sin mucha pena ni gloria.
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