Los últimos días de campañas electorales siempre son muy intensos, con varias actividades y con eventos en aquellos lugares donde se estime necesario dar un último empujón, cualquier cosa que ayude a definir el resultado. De ahí que no extraña que las candidatas coincidieran este fin de semana en Puebla, Veracruz y Morelos, entidades en riesgo de perderse para Morena, particularmente las dos últimas.
El próximo miércoles serán los cierres de campaña: Claudia Sheinbaum lo hará en el Zócalo de la Ciudad de México; mientras Xóchitl Gálvez hará lo propio en la macroplaza de Monterrey.
En cuanto al discurso de las candidatas -entendiendo éste por la narrativa que permea y han comunicado en sus mensajes-, se ha mantenido homogéneo en cada una, sin grandes variaciones ni golpes de timón.
La actitud y estrategia de sus presentaciones en los debates, reflejan lo que ha sido Claudia Sheinbaum en su campaña de principio a fin: un discurso triunfalista, dando por hecho que será presidenta, pero sin confiarse, haciendo lo que tiene que hacer como candidata disciplinada, administrando su ventaja; presumiendo resultados y logros de la actual administración y de ella al frente de la Ciudad de México, minimizando los ataques en su contra y sin salirse de sus casillas, manteniendo la dicotomía de ellos y nosotros.
Sabiéndose de que llegó rápido a su tope en las preferencias, que el reto era mantenerse, bajar en lo mínimo, no cometer errores y que, hasta ahora, no ha llegado un golpe que le dé en la línea de flotación, ni a ella ni a López Obrador.
En el caso de Xóchitl, ha buscado en todo momento capitalizar el descontento hacia López Obrador, Morena y la Cuarta Transformación. Lo ha logrado, veremos si alcanza para sacar a la gente a votar por la coalición. La hidalguense ha mantenido el mensaje combativo, señalando los errores y los ejemplos de corrupción; dejando en segundo plano a los partidos que la respaldan, en ocasiones rayando en el deslinde de algunos de sus dirigentes.
Apelar a sus orígenes humildes e indígenas fueron buenos en el arranque, pero no bastaban. Ya en estos últimos días se da por ganadora, aunque la mayoría de las encuestas indican lo contrario ¿Faltó tiempo? Quizá, considerando que la candidata oficial llevaba prácticamente todo el sexenio en campaña.
Votar sin miedo
No hay cifras del peso que pudiera tener el factor religioso durante las votaciones del próximo domingo, aunque está claro que entre los indecisos que profesan alguna fe pudiera ser determinante la influencia de sacerdotes, ministros, pastores u cualesquiera que sea el líder de su comunidad.
Es de sobra conocido que durante la campaña electoral que lo llevó a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador tuvo un fuerte impulso de las agrupaciones evangélicas llegándose incluso a especular su pertenencia a este segmento. En 2019, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad denunció que incluso líderes de esa congregación se encontraban adscritos a la Secretaría del Bienestar.
Hasta donde se alcanza a ver Claudia Sheinbaum carece de este apoyo, aunque en un viaje por demás sorprendente visitó El Vaticano para tomarse una foto con la máxima autoridad católica, el papa Francisco, siguiendo la misma ruta de su adversaria, Xóchitl Gálvez, que ya había hecho lo propio días antes.
El domingo se volvió hacer presente la iglesia católica y a través de su semanario “Desde la fe” llamo a la ciudadanía a votar de manera “consciente y razonada” y a diferenciar las “promesas falsas de las reales”. Ambas observaciones parecen tener destinatario y es que, en sus últimas homilías, hasta pareciera que bajo consigna, distintos grupos de sacerdotes se han dado a la tarea de cuestionar el trabajo de la actual administración, particularmente en el tema de la inseguridad, de la salud y de una educación que se va
pareciendo cada vez más a ese adoctrinamiento con el que los gobiernos populistas de la región, léase Cuba, Venezuela, Nicaragua, manipulan a los segmentos de la población más humildes.
Dentro de su mensaje la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) llama a vencer el miedo y a votar en conciencia no por dádivas, amenazas o presiones y evaluando las posturas de los candidatos en temas como la democracia, honestidad gobierno, libertad, vida y desarrollo social.
En México el Estado es laico, sin embargo, ninguno de los aspirantes a la Presidencia ha escatimado esfuerzos para reunirse con líderes de las distintas comunidades religiosas.
Por ser miembro de la mayoría católica de nuestro país, Xóchitl parecería tener ventaja en ese renglón frente a Claudia Sheinbaum, quien es de origen judío y, sin especificar una religión, se autoproclama como una mujer de ciencia lo que sea que para ella signifique.
Cualesquiera que sea la religión que profesemos votar hoy es trascendental. No es momento para la displicencia ni para la negación, se decide el futuro de México, un futuro que se podría extender por muchas generaciones.
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