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Norma Piña, reforma o vendetta

Por: El Consejero 03 julio 2024
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Norma Piña, reforma o vendetta

¿Si la doctora Norma Piña se hubiera plegado a los deseos del presidente Andrés López Obrador, las circunstancias de la Suprema Corte de Justicia de […]

¿Si la doctora Norma Piña se hubiera plegado a los deseos del presidente Andrés López Obrador, las circunstancias de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) serían distintas? Es difícil saberlo, lo que sí está claro es que el mandatario ya tenía a ese órgano en la mira a partir de que los ministros osaban ganar más que él, aunque no había dado un paso más allá, ahora sabemos que por la sumisión que le tenía el poder judicial a través de su entonces presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.

Llama la atención que durante el segundo foro de la reforma judicial el líder de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, responsabilizará a Norma Piña de la génesis del “Plan C” por actuar “contra” López Obrador, quien hasta el momento únicamente había sugerido una “autorreforma”; entiéndase entonces que actuar contra el presidente es haber dado entrada a las impugnaciones frente a las graves violaciones constitucionales que presentaban algunas de las iniciativas presidenciales aprobadas por el Congreso, eso es lo que llamaría Monreal una falta de “inteligencia política”.

Hoy la ministra presidenta se encuentra en el centro de lo que pareciera ser una vendetta, incluso, en una acción fuera de toda lógica, la ministra plagiaria, Yasmín Esquivel, se atrevió a pedir en una sesión privada del pleno de la SCJN la renuncia de Piña aduciendo que no ha tenido una interlocución adecuada con los otros dos poderes de la Unión, como si el Legislativo no se hubiera convertido durante la presente administración en un apéndice del Ejecutivo y por sobre ellos el Poder Judicial haya pretendido ejercer esa independencia a que le obliga la ley.

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La Cuarta Transformación no quiere esperar una reforma en la que los ministros de la Corte sean electos dentro de varios meses, está clara la intención del partido oficialista, y sus cercanos, de ofrendarle al presidente como regalo de despedida la dimisión de Piña. En cuestión de horas se trasladó el epicentro de la discusión de una reforma “dura” a un relevo paulatino con otra ministra o ministro presidente, lo cual en las actuales condiciones de confrontación se antoja muy difícil; para destituir a Piña se necesitarían 8 de los 11 votos de sus colegas.

Ciertamente urge una reforma judicial para lo cual se tendría que empezar por los órganos locales en donde se concentran el mayor número de casos que verdaderamente impactan a los ciudadanos de a pie, estos son los casos que exhibe el presidente en sus conferencias matutinas que no involucran a la justicia federal, una verdadera falacia.

También tiene que haber modificaciones en el ámbito de las fiscalías las cuales, en contubernio con muchos de los jueces, han desquiciado al sistema de justicia volviéndolo en un laberinto en donde los más pobres de los pobres terminan siendo las principales víctimas; pero de las fiscalías platicaremos mañana.

Interlocución con empresarios, hasta ahí

Cuando se habla del sector empresarial se suele hacer en un contexto sociopolítico. Se trata de un concepto abstracto que abarca un amplio conglomerado de industrias, actividades comerciales y financieras; consorcios con múltiples giros; grandes, medianas y pequeñas empresas; propietarios y ejecutivos con alto y bajo perfil; cámaras, asociaciones, clústers, consejos nacionales, regionales y estatales.

Una característica en común, es que sigue siendo un sector predominantemente integrado y encabezado por hombres. Ejemplo de ello es que el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios cambió de nombre a Consejo Mexicano de Negocios hace sólo 10 años, cuando se integró la primera mujer.

Esta diversidad tan compleja y hasta desigualdad de género, hace que referirse a un interlocutor del presidente o, en este caso, la futura presidenta, cauce entusiasmo entre la minoría de quienes conocen al sujeto intermediador, y escepticismo y tal vez beneficio de la duda entre quienes no le conocen personalmente. En todo caso lo que nunca falta es que todos saben antecedentes, experiencia y vínculos del interlocutor, sea como empresario o como político.

En el caso de Claudia Sheinbaum, la designación de Marcelo Ebrard como titular de Economía le deja parte fundamental de esa responsabilidad, pero no la tendrá en exclusiva. Francisco Cervantes, el presidente del CCE, es probablemente el líder empresarial que mejor ha llevado la relación con la 4T -y seguramente la mantendrá-, tanto que incluso se le mencionó también para encabezar la misma Secretaría.

Otra que se mencionaba para Economía o Turismo es a Altagracia Gómez, presidenta del Consejo del Grupo Minsa, e hija de Raymundo Gómez, y a quien se escuchó hablar en varios foros como coordinadora de Desarrollo Económico Regional de la entonces candidata presidencial, cosechando varias opiniones favorables publicadas, destacando sus cualidades.

Hasta el momento, en las designaciones del gabinete han prevalecido dos criterios: especialistas con experiencia en su sector y en el servicio público, y ser personas confiables para la presidenta. Con base a lo primero, difícilmente se verá integrantes en el gabinete menores de 40 años y/o que debuten en la burocracia.

Interlocución con el sector empresarial la hay y habrá, pero empresarios integrados al gabinete o jóvenes promesas, no. No hay que confundirse: no es el “gabinetazo” de empresarios y ejecutivos de Fox.

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