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Salario mínimo, ¿cuestión de voluntad?

by El Consejero

México es el país con mayor incremento en el salario mínimo de entre los países que integran la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), con un aumento de 86.6% en términos reales entre 2019 y 2024. En términos nominales, es decir, sin considerar la inflación-, el salario mínimo ha crecido 110% desde 2019.

Por décadas, el poder adquisitivo del salario mínimo fue ridículo, ningún presidente se comprometió a elevarlo arriba de la inflación, los economistas del gobierno y empresarios argumentaban que se dispararía la inflación y el desempleo. Incluso, se argumentó que casi nadie lo ganaba y que éste sólo servía de referencia, unidad de medida o como tope salarial. Con todo e incrementos, el monto fijado por la Comisión de Salarios Mínimos era irreal para adquirir una canasta básica. Es así como el alza acumulada del salario mínimo en términos reales durante el sexenio de Vicente Fox fue de 1.05%; en el de Calderón, 0.14% y 0.36% en el de Peña Nieto.

Lo que se veía como una promesa populista y riesgosa, ha resultado totalmente viable en este sexenio -se mantiene baja tasa de desempleo e inflación manejable- y está considerado continuarlo para la siguiente administración. Claudia Sheinbaum contempla que para 2026, el salario mínimo esté dos veces por encima de la línea de pobreza por ingresos urbana (LPIU) y que para 2030 represente 2.5 canastas básicas diarias.

Porque resulta que, contrario a lo que argumentaban quienes lo menospreciaban diciendo que casi nadie ganaba eso, una tercera parte de la población ocupada gana el salario mínimo, de acuerdo al INEGI. Y para ese grupo que sigue recibiendo ese sueldo reducido, representa un cambio muy significativo pasar de ganar 88.40 a 248.90 pesos al día.

Lo anterior seguramente se tradujo en votos convencidos por un beneficio visible en su bolsillo y que no fue sólo de programas sociales y prebendas. Cabe ahora la duda legítima de si realmente lo único que se necesitaba era voluntad para incrementar el salario mínimo como nunca se había hecho y, además, visualizar metas concretas y asequibles para tener un salario mínimo decente.

El Frente Cívico Nacional, ¿partido político?

Tras las pugnas internas del PAN; la polarización cada vez más marcada entre la dirigencia del PRI y algunos de sus miembros prominentes y la anunciada extinción del PRD, un nuevo partido político se podría estar gestando exhibiendo como carta de presentación los éxitos obtenidos por la llamada “marea rosa” que, en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE), logro aglutinar a cientos de miles de manifestantes.

Dirigentes del Frente Cívico Nacional (FCN) se dieron cita el fin de semana en el gimnasio Juan de la Barrera para hacer pública su intención. Para ello, habrán de buscar que el “pueblo bueno” le volteé la cara a Morena para brindarle su apoyo, algo que se ve complicado mientras los recursos sigan direccionándose a manos llenas hacia el voto de los sectores más pobres de la población.

Los activistas planean recorrer durante los cinco próximos meses los 300 distritos electorales en que se compone el país para medir su fuerza y estimar la viabilidad del proyecto. Tras una serie de asambleas locales, el 23 de noviembre se tendría que definir en un encuentro nacional si el partido va, o se queda únicamente como una fantasía; de seguir adelante tendría que cumplir con los requisitos que exige el INE que básicamente son contar con un cierto número de afiliados y presentar una plataforma política, todo a paso veloz para poder contender en los procesos electorales de 2027 y 2030.

En un momento en que la crisis de los partidos llegó a su clímax es una buena noticia el surgimiento de una nueva fuerza opositora y más si esta proviene de la sociedad civil, el problema radica en que este podría no ser exactamente el caso a juzgar por quienes participaron en este primer encuentro del FCN.

De entrada, encabezó el acto el experredista Guadalupe Acosta Naranjo y sus correligionarios Carlos Navarrete y Cecilia Soto. También hicieron acto de presencia los senadores del PAN, Gustavo Madero, y el independiente, Emilio Álvarez Icaza, todos ellos políticos de profesión algo que no anticipa nada bueno, porque justamente de partidos y de políticos es de lo que la gente ya está harta. Contra eso se echaron en falta figuras relevantes de la sociedad como la excandidata presidencial, Xóchitl Gálvez, los exconsejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, así como el resto de los intelectuales que levantaron la mano durante las dos marchas que convocó la “marea rosa” a lo largo del periodo electoral.

Mientras se define su futuro, el FCN se prepara para enfrentar otras batallas como es el caso de la sobrerrepresentación con la que Morena planea apoderarse de las mayorías legislativas para así concretar el llamado Plan “C”. Por lo pronto se habrá de convocar a principios de agosto a una marcha al INE para exigir a los consejeros aplicar de manera estricta los criterios constitucionales y no favorecer al partido oficial; el órgano electoral deberá resolver a más tardar el 23 de agosto como habrán de quedar conformadas ambas cámaras. En septiembre se encuentra convocada otra movilización, ahora en defensa del Poder Judicial de la Federación cuya desaparición, a como lo conocemos, está más que anunciada.

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