En general, un anuncio bien recibido el de los primeros seis nombramientos del gabinete de Claudia Sheinbaum, con sorpresas en algunas designaciones, todos con credenciales para los respectivos cargos, nadie cuestionable por falta de experiencia en las respectivas esferas de competencia.
Las sorpresas fueron Alicia Bárcena al frente de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la elevación del Conahcyt a nivel de Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, con Rosaura Ruiz Gutiérrez al frente, dejando la incógnita de quién quedará al frente de la SEP.
Y sin embargo, designaciones confiables, con los antecedentes académicos de la canciller y de la titular de la nueva dependencia. Similar aval por su trayectoria y credenciales el de Julio Berdegué Sacristán al frente de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
Un perfil conciliador y experimentado como el de Juan Ramón de la Fuente al frente de Relaciones Exteriores lo descarta para Gobernación, y confirma que quien llegue a encabezarla será alguien de corte partidista, como Mario Delgado, Martí Batres o Alfonso Ramírez Cuéllar.
Difícilmente sería de otra forma con una hegemonía de Morena en Congreso y gubernaturas, por lo que el diálogo con voces disidentes será un favor cuando se dé, quedando claro quién lleva mano en las decisiones y la gobernabilidad.
La designación de Ernestina Godoy como consejera Jurídica del Ejecutivo Federal es un buen cargo de consuelo a quien no se logró ratificar al frente de la fiscalía capitalina, y le suma un escaño al Partido Verde, pues su suplente será Karen Castrejón, presidenta de ese partido, con lo que ese partido llegaría a 15 senadores.
Finalmente, luego de que hace un año renunciara a la cancillería para buscar la candidatura presidencial, tragando infinidad de sapos con tal de mantenerse en los primeros planos de la escena política, Marcelo Ebrard llega a la Secretaría de Economía, con miras a la revisión del T-MEC en 2026 y ser el principal interlocutor con el sector empresarial, con la idea sin fundamento de que en 2030, ahora sí, le tocará.
Hubo una vez un partido llamado de la Revolución Democrática
Suena tétrico pero el Partido de la Revolución Democrática (PRD) ya conoce el nombre del que habrá de ser su enterrador, poniendo fin a una historia que parecía prometedora para una izquierda ya muy pasada por agua, pero que terminó siendo socavada por sus propias tribus; los intereses personales de sus miembros; las diversas formas de pensamiento y por una creencia, sin fundamentos, de que podrían sobrevivir aliándose con fuerzas antagónicas a su movimiento.
El nombre del responsable de la histórica misión es Ricardo Badin Sucar un interventor con una trayectoria pública muy limitada seleccionado de entre 48 candidatos, todos integrantes del Instituto Federal de Especialistas de Concursos Mercantiles.
Así inicia un doloroso proceso de liquidación que podría demorar años de acuerdo a Ángel Ávila, el representante del PRD ante el Instituto Nacional Electoral (INE), quien no pierde la esperanza de que se revierta la decisión toda vez que existe una impugnación ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación pese a que, dada la contundencia de la derrota, el argumento es endeble: la intervención del crimen organizado a lo largo del proceso.
Una vida efímera de 35 años para una fuerza política que alguna vez se presentó como la alternativa real para poner fin a la aplanadora del PRI. Un partido que desde su fundación llevaba la antítesis en su seno con Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muños Ledo e Ifigenia Martínez como sus fundadores, pero también con un Andrés Manuel López Obrador que se encargó de desmembrarlo desde sus entrañas para dar vida a un movimiento que respondiera únicamente a su liderazgo.
Así después de que las coaliciones que encabezó en 2006 y 2012 llevaran al PRD a ubicarse como la segunda fuerza electoral, se registró una fuga incontrolable de sus militantes quienes, de manera programada para no dejar de cobrar en la nómina del Partido del Sol Azteca, fueron engrosando las filas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en una estrategia que cumplió cabalmente con su propósito como se echa de ver.
La decisión final sobre el destino del PRD se hará pública en agosto cuando venza el plazo para que el TEPJF emita su veredicto final, aunque por lo pronto las actividades al interior del partido entraron en un proceso similar a la hibernación.
El INE ya notificó al partido que ya inició el proceso de prevención, lo que significa que a pesar de contar con presupuesto para seis meses más (hablamos de 39 millones 377 mil 785 pesos), sólo podrá hacer uso de estos recursos para pagos de nómina e impuestos.
Quedarán suspendidos los pagos a proveedores y prestadores de servicios; quedará prohibida la celebración de contratos, adquisiciones y obligaciones, los cuales legalmente serían nulos; también se detiene el pago de obligaciones vencidas; el partido deberá abstenerse de vender los bienes bajo su resguardo; tampoco se pueden transferir recursos a persona alguna por mencionar sólo algunas de las limitaciones.
Por mucho que les cueste a sus dirigentes el PRD es un paciente en estado no sólo terminal sino en estado vegetativo, sólo es cuestión de tiempo para el desenlace final que puede tomar años, como señala Ángel Ávila, recordando el caso de Encuentro Ciudadano que luego de tres años no acaba de concluir su liquidación.
La película llegó a su fin, ya sólo estamos a la espera de los créditos finales.
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