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Error de cálculo

by El Consejero
"No hubiesen llenado ni la mitad del Zócalo": AMLO sobre la marcha del INE.

“¡No somos uno, no somos cien… &%#! ¡Obrador, cuéntanos bien!”, gritaban en la entrada al Monumento de la Revolución. Ya muy temprano, demasiado, Martí Batres, en su mejor personificación de porro, o sea, siendo él mismo, habría desestimado la congregación de ciudadanos en defensa del Instituto Nacional Electoral, al decir que si acaso habría entre 10 y 12 mil personas en Paseo de la Reforma.

Y para no dejar de estar en tan patrióticos conceptos, desde el Ángel de la Independencia hasta la plaza de la Revolución, se estima habrían estado más de 200 mil personas, que entraban y salían del caudal de gente y se incorporaban desde las calles de Polanco, de la Anzures, de la Juárez, de la Cuauhtémoc, San Miguel Chapultepec, Escandón, la Condesa, llegando de todos lados.

AMLO califica marcha del INE: “un striptease del conservadurismo”

NO, no solo ahí existe una discrepancia, pues ni el propio presidente, que más tarde admitió que si acaso habría medio Zócalo, o sea, 60 mil personas, respaldó al secretario de Gobierno de la CDMX.

Andrés Manuel López Obrador ha decidido emprender una estrategia de confrontación, de polarización. Frustrado por el fracaso de sus megaproyectos, ha optado por atacar, como ningún otro mandatario en el planeta, a un sector de población no solamente poderoso, sino educado, influyente y organizado.

En su mente, apostando a los radicalismos, logrará que la mayor parte de los votantes vayan con Morena y le permitan eternizarse en el trono, a través de Claudia Sheinbaum o de su hijo Andrés, como lo cuenta cada vez que puede en su mesa; pero como siempre lo ha hecho, vuelve a equivocarse al pensar que nada cambia y que todo es igual que hace treinta años.

Si la hegemonía priista pudo durar 70 años se debió, en alguna buena medida, a su estrategia consistente de mantener al pueblo sumergido en la ignorancia, lo cual logró, particularmente, con la ayuda del SNTE y la CNTE, además de todos los demás sectores corporativistas del PRI, que recibían sus cuotas de poder y de dinero de forma periódica; pero como existe todo auge, también siempre hay un periodo de decadencia, finalmente sucedió y terminó un periodo oscuro con algunas reminiscencias llamadas PRD, y luego, Morena.

La composición social cambió gracias a la inversión de la pirámide poblacional, el crecimiento de las zonas urbanas y la necesidad -histórica y natural- de que la clase media prevalezca, o sobreviva, depende del cristal con que se mire.

Lo que sucedió este domingo no es para menospreciarse, tan no lo es que en punto del mediodía el presidente observaba con sus propios ojos desde el puma de la fuerza armada el transcurrir de los hechos.

No se trataba de un simulacro, ni de un acarreo, peor aún, sólo era una de las más de cincuenta marchas que se organizaron en pocos días para defender una institución que solo los que somos más viejos veneramos y respetamos tanto.

Y es inevitable recordar que la última vez que hubo un fraude, fue Manuel Bartlett, el hoy director de la CFE, quien lo perpetró, en contra, por cierto, de Cuauhtémoc Cárdenas, líder histórico de la izquierda mexicana, de entre otros, Andrés Manuel, otrora amigo y subordinado del ingeniero Cárdenas, mal heredero del legado de Lázaro Cárdenas pero, al final, cómplices.

Pretender que México se divide entre blancos y morenos no es solo un acto pueril, ni ridículo, sino maniqueo, que solo pretende avivar el fuego de hace 50 y 100 o 200 años de los pobres contra los ricos, de los indígenas contra los españoles, pero que al final se reduce a la lucha de clases económicas, que no sociales.

Es innegable que exista el clasismo en México, no más que en muchos otros países; que el racismo al que se siguen subordinando nuestros connacionales se experimenta más en nuestro propio país que en el de Estados Unidos, también lo es cierto; pero ya no somos una sociedad tan precaria, ni tan inhibida, y estamos convencidos de defender la independencia, por no dejar pasar una reforma que nos llevaría a una revolución de quién sabe qué dimensiones.

La jornada del domingo en más de cincuenta ciudades solo aclara que ni AMLO, ni nadie está exento de una oposición que esté dispuesta a defender lo poco que hay que hacer a favor de la democracia y de la libertad.

El gran error de cálculo del presidente es pensar que más de la mitad del pueblo lo respalda. Primero, ya no será a él, pues los votos no se heredan. Y después, la sociedad mexicana no está contenta, no los chairos o los fifís, ninguno, pues estamos hartos de demagogia y de mentiras. Su error va a ser, y siempre ha sido, su terquedad.

Escuche, aprenda, renuévese. Cada día se aleja más de la realidad del país y de lo que la mayoría de los mexicanos pensamos.

Un presupuesto al estilo 4T

Los programas clientelares no son algo nuevo ni tampoco algo que parezca condenado a extinguirse. Los empleó el PRI con gran éxito a partir del régimen de José López Portillo con el nacimiento de la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (COPLAMAR) y, como buenos pupilos, los “teóricos” de la Cuarta Transformación los incorporaron al programa de gobierno del presidente, Andrés Manuel López Obrador.

A poco menos de dos años para que se celebren elecciones generales en nuestro país esto quedó nuevamente de manifiesto durante la discusión del Presupuesto de Egresos de la Federación que, sin necesidad de utilizar ese reloj legislativo que estira el tiempo desafiando todas las leyes de la física, con una mayoría del Morena, se impuso a los mexicanos para el 2023.

No sorprendió. Para los programas sociales irán 871 mil 569 millones de pesos, incluidas las reasignaciones al gasto que hizo la Cámara de Diputados, un incremento nada despreciable de 19.7% con relación a los dineros programados para el año en curso.

De acuerdo al Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) casi el 60% de los recursos estarán destinados a ocho programas prioritarios de entre 65 existentes.

Cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), revelan que durante 2020 no sólo no se ha reducido el número de pobres a lo largo de la presente administración, sino que incluso se ha incrementado, de donde podríamos inferir que la política social implementada por la 4T no está funcionando, o por lo menos no para los fines para los que fue establecida.

En ese momento el Coneval reportaba que 43.9% de la población se encontraba en pobreza y 8.5% en pobreza extrema, más de la mitad de los mexicanos bajo la línea de pobreza, un inmenso caldo de cultivo visto como una masa de potenciales electores a los cuales apela el presidente constantemente dentro de su narrativa.

Otra de las grandes beneficiarias será la Secretaría del Bienestar, el presupuesto más alto de todas las secretarías, recibirá 414 mil 632 millones de pesos, 34.2% más con relación a 2022. Más allá del futuro que le depare, tras las discusiones acerca de la reforma en la materia, el Instituto Nacional Electoral (INE) resultó el más afectado, los legisladores de Morena fueron más allá de la propuesta presidencial a la hora de recortar el presupuesto de los organismos autónomos.

Del total de 6 mil 437 millones de pesos cercenados, 4 mil 475 le correspondieron al INE.

Al final un presupuesto al estilo de la 4T, sin dinero para niños con cáncer, el campo, las mujeres víctimas de la violencia o carreteras. Nuestro dinero seguirá financiando los proyectos que no generan riqueza, una refinería que no refina, un aeropuerto que tiene menos pasajeros que visitantes a su museo y un tren que más allá de la destrucción que está ocasionando en la selva, a nadie le queda claro a quién servirá.

Apostando a las criptomonedas

En mayo pasado, cuando ya el Bitcoin venía depreciándose desde hacía meses, Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), fue muy clara en su opinión sobre las monedas digitales: “mi humilde opinión es que las criptomonedas no valen nada, no se basan en nada, y no hay ningún activo subyacente que actúe como ancla de seguridad”.

Sobre advertencia no hay engaño y el primer grande ha caído.

FTX Group, la principal plataforma de comercio de criptomonedas, se declaró en bancarrota el viernes pasado. Su CEO y fundador, Sam Bankman-Fried, de 30 años, renunció y asumió su responsabilidad en un tuit en el que se disculpó y aceptó humilde pero insuficientemente: “I fucked up, and should have done better”, que en buen español viene siendo

“La cagué, y debería haberlo hecho mejor”.

El caso de FTX es comparado en el mercado de las divisas digitales con el de Lehman Brothers en la crisis financiera de 2008. La quiebra de la firma con sede en Bahamas incluye a Alameda Research, una empresa comercial fundada por Bankman-Fried, FTX US, fondo de cobertura de criptomonedas, y a unos 130 afiliados. Según ha trascendido, el error estuvo en que Alameda utilizó miles de millones de dólares en fondos de los clientes de FTX sin su consentimiento en operaciones en las que utilizaron el token FTT como garantía.

Para su desgracia, el precio del token FTT cayó un 75% en un día, resultando garantía insuficiente y trascendiendo públicamente la pérdida de liquidez de FTX.

Ante dichas versiones, a principios de la semana pasada, muchos clientes de FTX comenzaron a retirar desesperadamente sus fondos de la plataforma y otras empresas ligadas a ellas. Hasta antes, FTX tenía un patrimonio neto estimado en 15 mil 600 mdd.

Al terminar la semana cerró en sólo mil mdd.

En ese breve lapso de tiempo se cayó un posible rescate por parte de su competidor Binance, el cual terminó por desinteresarse en la compra, quedando FTX sin posibilidad de conseguir fondos. Ahora no permite el retiro a inversionistas y advierte en su portal de no hacer depósitos.

Algunos especialistas e inversores afines a las criptomonedas han minimizado la quiebra de FTX, señalando que se trata de un caso en el que la “industria” hará control de daños sin afectarle demasiado. Sin embargo, es un hecho que el Bitcoin llegó a su mínimo en dos años con la quiebra de FTX y que en estos momentos hay retiros de miles de millones de dólares en criptomonedas.

En un escenario regional, desde septiembre pasado en que El Salvador hizo moneda oficial el Bitcoin, la criptomoneda ha perdido 67% su valor y se estiman las pérdidas para el erario del país centroamericano en 70 millones de dólares.

La advertencia de la presidenta del Banco Central Europeo se mantiene vigente respecto a un activo que no tiene garantía alguna y que en más de un año sigue acumulando razones para verlo, por lo menos, como una apuesta de alto riesgo.

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