Actualmente aún existen industrias donde las mujeres son excluidas o minimizadas de los puestos que requieren de responsabilidad y de la toma de decisiones, sólo por su condición de género, esto a pesar de los múltiples esfuerzos y acciones emprendidas para lograr la paridad.
Según los resultados del Índice Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial (WEF), la brecha de género a nivel mundial es del 68% y se estima que para alcanzar la igualdad en participación económica se requieren 150 años.
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En este contexto, un estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), evidenció que, a nivel mundial, entre el 60% y 80% de los empleos textiles en las principales empresas exportadoras, son ocupados por mujeres.
Destaca también que la horticultura y floricultura registran una alta participación de mujeres en la fuerza laboral; mientras que las industrias tecnológicas como la química y la aeroespacial, se caracterizan por tener una mayor presencia masculina.
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Desigualdad de oportunidades
Asimismo, el documento refiere que al momento de acceder al empleo en determinadas industrias, actividades y ocupaciones, existen marcadas diferencias entre mujeres y hombres.
Por ejemplo, el talento femenino que participa en las Cadenas Globales de Valor (CGV) tiene menos beneficios que sus pares varones, cuando se incorporan a las empresas exportadoras.
“Las Cadenas Globales de Valor están insertas en estructuras sociales y culturales del orden local y suelen replicar la desigualdad de género presente en las economías. Esto produce que los hombres tengan ventajas para hacer trabajos tecnológicos, racionales y físicos”, menciona el informe.
Desigualdad salarial, desafío imperante
Menor acceso a trabajos de valor
De igual manera destaca que, a medida que los países avanzan en la transformación estructural hacia industrias de mayor valor agregado, ocurre un proceso de ‘desfeminización’, es decir, las mujeres son remplazadas por hombres en sectores de mayor grado tecnológico o capital.
Según la investigación, las diferencias que existen en los roles de género, tanto en los hogares como en el ámbito social y económico, son producto de normas culturales y limitan las posibilidades de que ambos géneros puedan beneficiarse de su participación en las Cadenas Globales de Valor; además de atentar contra la competitividad de los países.
Por otro lado, señala que actualmente, a nivel mundial, las mujeres representan el 39% de la fuerza laboral; y el comercio contribuye a que la participación femenina se incremente.
“Las mujeres obtienen 4% más del empleo en las empresas exportadoras que en las no exportadoras, según el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. No obstante, la figura femenina se concentra en los trabajos de menor valor agregado y de menor requerimientos tecnológicos, como la agricultura, textiles, turismo, servicios domésticos, entre otros”, refiere el texto.
Como se mencionó anteriormente, las mujeres se encuentran concentradas en empleos no técnicos y de producción, esto implica que sus oportunidades para ser promovidas se vean limitadas; en cambio, los hombres, dominan el empleo técnico y son ascendidos con mayor frecuencia.
En este sentido, ellas tienen una limitada participación en posiciones de gestión y supervisión. Adicional a ello, tienden a ser la mayor fuerza laboral femenina en los empleos precarios con persistentes salarios bajos.
Brechas de género persisten
De igual manera, el informe de la Cepal refiere que aún en las industrias donde hay un balance entre los géneros, las mujeres representan solamente un 13% de la gerencia junior; el 10.5% de la gerencia intermedia, el 8.22% de la gerencia senior y el 5.1% del grupo de ejecutivos de primera línea, es decir, la brecha se incrementa en posiciones de alta dirección y liderazgo.
Las empresas sacan provecho de las brechas de género preexistentes, empleando trabajo femenino para producir bienes de bajo costo y alta flexibilidad para los mercados de exportación.
Las estadísticas de empleo de los países más avanzados sugieren que cuando ocurre un proceso de escalamiento funcional, o de desplazamiento hacia segmentos de mayor valor agregado en las Cadenas Globales de Valor, las trabajadoras son desplazadas por hombres.
De acuerdo con estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la brecha de género en los países industrializados varía entre el 10 y el 22%; debido primordialmente que los hombres son favorecidos en las ocupaciones técnicas y de supervisión; por lo que su remuneración tiende a ser más alta que la de las mujeres.
La investigación concluye que la brecha de género en la formalidad laboral en las Cadenas Globales de Valor evidencia que las mujeres carecen de acceso a la seguridad social y otros beneficios laborales.
“En ocasiones, esto puede generar hasta un 60% de ahorro en los costos laborales a los empleadores. Además, debido a que las mujeres suelen participar en empleos temporales, es más probable que sus trabajos sean informales”.
En conclusión, la desigualdad en los roles de género persistirá, sino se aborda de raíz el estigma que existe en torno a las mujeres y que las limita en su crecimiento profesional, económico y social. Por ello, es importante impulsar acciones y políticas públicas que garanticen la igualdad de condiciones y asegurar un equilibrio que permita a las mujeres ocupar puestos de liderazgo en cualquier ámbito.
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