El edadismo es el término que se utiliza para referirse a la discriminación que ocurre por edad cuando excluimos a las personas por esta condición. Se considera como una forma de violencia de género, que puede manifestarse en distintos ámbitos, incluso dentro de las organizaciones mediante prácticas que perpetúan los prejuicios y los estereotipos.
Si bien esta práctica suele darse con mayor frecuencia entre los adultos mayores, también se manifiesta entre los jóvenes y en ocasiones entre los niños, que suelen excluir a otros por tener una edad distinta a la de ellos, de ahí la importancia de fomentar valores que contribuyan a erradicar este tipo de actitudes.
Otra manera en la que se manifiesta el edadismo es cuando las personas en edad adulta buscan ingresar al mercado laboral, a la educación o capacitación especializada, y son excluidos por rebasar “el límite de edad establecido”, que muchas de las veces suele ser por ideas erróneas o estereotipos. La discriminación contra los jóvenes también es evidente en otras áreas como la salud, la vivienda y la política, y sus voces a menudo se ignoran.
Una brecha que aumenta
Según el Informe Mundial sobre el Edadismo elaborado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se estima que una de cada dos personas en el mundo ejerce actitudes edadistas, las cuales ocasionan afectaciones a la salud física, mental y emocional de quienes padecen este tipo de discriminación que se manifiesta con el aislamiento social, inseguridad económica, depresión, ansiedad, menor calidad de vida e incluso puede ser causa de suicidio.
Ciertamente, el estigma que existe respecto al envejecimiento socava la salud y bienestar de la población, y es una barrera para el desarrollo de políticas y acciones efectivas que promuevan un envejecimiento digno y saludable.
Se estima que a nivel mundial, 6.3 millones de casos de depresión están relacionados con la edad avanzada y representa un gasto en salud pública de miles de millones de dólares cada año. Cabe mencionar que este problema está vinculado a otras formas de prejuicio, como las relacionadas con el género, la raza y la discapacidad, que también afectan la salud y el bienestar de la población.
Impulsar acciones contra la discriminación
A fin de contrarrestar esta práctica discriminatoria y excluyente, resulta necesario impulsar acciones enfocadas en promover la empatía, generar campañas intergeneracionales para reducir los prejuicios por edad e invertir en políticas públicas contra la discriminación.
Finalmente, la implementación requiere de un gran compromiso. En suma, gobiernos, empresas, la sociedad y otras asociaciones pueden contribuir a erradicar esta forma de violencia que nos impacta a todos.
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