En la sociedad se tienen varios estigmas con respecto a las trabajadoras sexuales, sin considerar la complejidad de ejercer esta labor, además de que muchas de las personas que lo ejercen, lo visualizan como un proyecto de vida.
En este contexto, el 17 de diciembre se conmemora el Día Internacional por el Fin de la Violencia contra las Trabajadoras Sexuales, por lo que Tejiendo Pueblos junto con la Alianza Mexicana de Trabajadoras Sexuales (AMETS), buscan visibilizar la importancia de erradicar la discriminación y violencias que viven de manera sistémica las trabajadoras sexuales independientes en nuestro país; y al mismo tiempo incentivar una adecuada percepción para no revictimizarlas.
De acuerdo con estadísticas de Data México, en el segundo trimestre de 2023, la fuerza laboral de trabajadoras y trabajadores sexuales ascendió a 3.12 mil personas, lo que representa un aumento del 1.52%respecto al primer trimestre del mismo año; con un salario promedio de 11.1 mil pesos, trabajando alrededor de 31.8 horas a la semana.
Del total de la fuerza laboral, el 61.2% son mujeres con salario promedio de 15 mil 500 pesos; en tanto que los hombres representan el 38.8%, con un salario promedio de 4 mil 290 pesos. La edad promedio de las y los trabajadores sexuales fue de 28.6 años.
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Compartiendo experiencias
Como parte de esta iniciativa, para entender su realidad y terminar con los estigmas hacia el trabajo sexual, cuatro trabajadoras sexuales comparten algunas de las experiencias que han vivido.
Midori, trabajadora sexual cis
“Mi anécdota positiva fue mi primer trabajo sexual, en el que tuve mucha suerte porque yo empecé hace 17 años en una casa de citas… era una casa que era manejada por una trabajadora sexual que se dedicó a esto toda su vida y a cierta edad, ya mayor, decidió poner una casa, pero ella al ser también trabajadora, conocía necesidades que teníamos, como un lugar cómodo en el cual trabajar”.
“Mi experiencia no chida, sería justo el motivo por el que dejé de trabajar en ese lugar. Un operativo llegó diciendo que estaba salvando mujeres en situación de trata. Fue ese primer momento en el que me di cuenta que algo estaba mal sobre ese discurso de estar salvando mujeres. Fue una situación con mucha violencia, y ya no pude seguir trabajando en ese lugar donde me sentía cómoda, y porque a la mujer que llevaba la casa, se la llevaron en calidad de tratante. La señora me caía bien y no podía hacer nada en ese momento; tuve que buscar otro lugar en donde trabajar… fue muy frustrante”.
Ivonne, trabajadora sexual trans
“Vengo de Veracruz, tengo exactamente 20 años como trabajadora sexual, lo positivo que me ha pasado fue haber conocido a un señor sueco, de 68 a 70 años de edad, fue el que me sacó por un buen tiempo del trabajo sexual, me compró departamento, me operó, me puso guapa, y todo muy bonito, porque aquí en la CDMX pisé con la pata derecha y me ha ido de maravilla…es como todo, hay altas y bajas.”
“Después de que este señor me ayudará, por malagradecida, me fui a la cárcel 8 años de mi vida. Y así como la vida me dio, la vida me quitó, hasta mi salud. Todo lo que se obtiene mal, acaba mal, se los digo por experiencia propia. No me da pena decirlo, vivo con VIH, no me infecté en la calle, me infecté en el reclusorio preventivo varonil oriente”.
Randy, trabajadora sexual cis
“Creo que lo mejor que me ha pasado en esta chamba es que tuve la oportunidad de enamorarme de otras colegas. En estos 7 años que me he dedicado a esto, me he enamorado de tres. En su momento ese vínculo afectivo y esos silencios de saber que nos sentíamos cómodas, y que hay cosas que no es necesario hablarlas para entendernos, fue lo mejor que me pudo pasar en mi proceso de lesbiandad”.
“No sé si ha sido una cuestión de suerte o azar, yo me forje en el barrio, en la calle, siendo de periferias muy violentas, me sirvieron mucho para entrar a este trabajo. Hasta el momento no me ha pasado nada terrible, solo situaciones incómodas en que la clientela espera algo que no soy y que me vea de una forma o que tienen las ideas de que debería vestirme de cierta forma en el servicio y que evidentemente llego en short deportivo y gorra, pero por fortuna no he tenido una situación horrible”.
Alba, trabajadora sexual cis
“He aprendido a darle un sentido a mi trabajo, ya que he visto que también aporto mucho. Hay clientes, que, además de la parte sexual, me buscan por la parte emocional y afectiva, y que veo que como sociedad estamos bien rotos.
Y esta parte me ha dejado mucha satisfacción, el poder también apoyarles, porque al final me buscan para platicar o para salir, y si bien no son mis novios porque yo no los busco para eso, ni ellos a mí, encuentro en ellos un apoyo que muchas veces ni con mi familia tengo; económicamente, emocional. Entonces yo creo que eso, encontrar redes de apoyo en mis clientes ha sido de las experiencias más bonitas”.
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