Andrés Manuel López Obrador y el pueblo sabido, que no olvida
A todos los presidentes los persigue la idea de cómo serán recordados a través del tiempo… y a casi todos les rebaza la inmediatez y […]
A todos los presidentes los persigue la idea de cómo serán recordados a través del tiempo… y a casi todos les rebaza la inmediatez y otras muchas preocupaciones al momento de dejar sus cargos; sin embargo, esa necesidad de trascendencia los acompaña y flota sobre sus cabezas a lo largo de toda su vida.
Andrés Manuel López Obrador no será la excepción; es decir, no será a quien no le importe su imagen, nunca ha sido. Desde el momento en nombrar a su gobierno como el inicio de una nueva era para el país lo supimos, una cuarta transformación equiparando a una independencia o a una revolución. Un sexenio perdido, en muchos aspectos.
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Presente en los medios durante horas y horas, diariamente, hablando de lo que quisiera, ataques, acusaciones, justificaciones, excusas, etcétera.
Un presidente popular entre los popular, pero con una gran lejanía a la clase media y que sumó más escándalos de corrupción que cualquier otro a lo largo de seis años.
Anclado en los setentas, López Obrador, incurrió y dejó incurrir en las mismas mañas de entonces. Corrupción, nepotismo, falsedad, simulaciones…
Hoy, el presidente compromete una vez más su capital político y de reputación. Y de manera más que aventurada, obliga a los legisladores a promover y votar una propuesta de reforma que solamente significa la entrada a un sinfín de cambios y modificaciones constitucionales acordes a un régimen dictatorial.
Prepara, voluntaria o involuntariamente, un legado nefasto que nos aleja de la modernidad, del progreso y de la oportunidad coyuntural que significa el nearshoring.
López Obrador ha olvidado por un momento que la vida continúa después de este mes, en el que tiene una especie de salvoconducto con el Congreso, y que luego tendrá que afrontar las consecuencias.
A la par, diputados y senadores del nuevo Congreso, inmersos en este estilo trasnochado de liderazgo, olvidan también que con quien tendrán que convivir será con Claudia Sheinbaum y su equipo que al tiempo irá apartándose del estilo y las creencias del tabasqueño. No vaya a ser que al final sea acordado como el responsable del declive nacional.
Sismos: no sólo salvar vidas, que los edificios vuelvan a operar de inmediato
Después del sismo de 1957, aquel en el que se cayó el Ángel de la Independencia, fue creada la carrera de Ingeniería Sismológica en la UNAM.
El terremoto de 1985 fue detonante de los estudios, análisis y avances en ingenierías sísmica y estructural con innovaciones tecnológicas, nuevos procesos constructivos, algunos más allá de la normatividad.
“Estos avances han permitido un mejor entendimiento del comportamiento del suelo y estructuras ante un sismo, desarrollando soluciones que aumentan la seguridad y resiliencia de las edificaciones”, planteó Mauricio Jessurun, presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de México, en el “Diálogo con ingenieros” que organiza ese gremio cada lunes y que en esta última ocasión contó con la presencia de Raúl Aguilar Becerril y Rodolfo Valles Mattox, especialistas en geotecnia, ingeniería sísmica y estructural.
De acuerdo con los expertos, hoy en día se cuenta con un mapa de regionalización sísmica detallado, mejores parámetros para estudiar y conocer de mejor forma el comportamiento de los sismos, los cambios en el suelo, entre otros aspectos.
Lo anterior permite hacer prospectiva de lo que puede suceder en los próximos 50 años, identificándose por ejemplo, que en el terremoto de 1985 la zona más afectada fue la zona Centro, mientras en el de 2017 fueron las zonas llamadas de transición, donde inicia lo que era el lago de Texcoco.
De ahí que se prevea que la zona oriente de la Capital del país sea a la que se le vislumbre un escenario más desfavorable.
Por otra parte, ha habido una evolución en la filosofía del diseño de estructuras, más centrada en el desempeño, pasando de un criterio de salvaguardar la vida a mantener la operación y uso del edificio después de un sismo.
Esto fue más evidente en el sismo de 2017 cuando, si bien se derrumbaron menos edificios que en 1985, hubo más edificios dañados que no podían volver a ser ocupados por lo menos de manera inmediata.
No sabemos cuándo, ni con qué intensidad, pero es seguro que va a temblar en la Ciudad de México y el sur del país, por lo que tenemos que estar preparados no sólo en la parte de prevención y protección civil, sino también en modernizar las estructuras de la Ciudad para salvaguardar la vida de las personas y asegurar la integridad de las construcciones.