La corrupción de Estado frente a la nariz del pueblo sabio
El lunes, el presidente Andrés Manuel López Obrador inició la semana reiterando que “está podrido el Poder Judicial”, nada nuevo si nos atenemos a la […]
El lunes, el presidente Andrés Manuel López Obrador inició la semana reiterando que “está podrido el Poder Judicial”, nada nuevo si nos atenemos a la narrativa empleada a lo largo de los últimos meses luego de que este se negó a someterse a sus veleidades. Lo que sorprende es que mientras, las huestes oficialistas se lanzarán al puro estilo de Edgar Hoover a intentar comprar voluntades, a indagar en el pasado de los legisladores de oposición buscando información comprometedora, intercambiando cárcel por votos o en el mejor de los casos ausencias a una sesión determinante en la historia contemporánea de nuestro país.
No nos engañemos la reforma al Poder Judicial no trata de tener un mejor sistema de justicia que nos garantice a los mexicanos el acceso a un derecho fundamental sino, como ya ocurrió en el Legislativo, se desea colonizar un poder, de imponer un sistema contrario al espíritu constituyente de fragmentar al gobierno, para evitar las tentaciones del autoritarismo, de colocar en un solo hombre, o ahora una mujer, toda la fuerza del Estado.
Combatir la corrupción corrompiendo, para la Cuarta Transformación el fin justifica los medios. La estrategia es muy parecida a la que compró el voto de millones de mexicanos que acudieron a las urnas confiados en un gobierno que “obsequia” dinero disfrazado de programas sociales, de otra manera cómo se explica que éstos en lugar de estar enfocados a los más necesitados hayan sido planteados como “universales”; simple y sencillamente porque así se capta por igual el voto de ricos y de pobres quienes todavía piensan que lo que reciben es una gracia del presidente López Obrador y no el sacrificio de una desangrada clase media que paga mes con mes rigurosamente sus impuestos.
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El camino está trazado y ya lo aceptamos sin chistar, dicen que lo que mal empieza mal termina, empezando por una sobrerrepresentación que dejamos pasar sin queja alguna, millones de mexicanos que votamos por una opción distinta nos quedamos sin una representación adecuada. Una campaña de desprestigio acompañada de una andanada de insultos lanzada por el Ejecutivo contra un poder autónomo, todo con recursos del Estado y nadie tampoco dijo nada y, parafraseando a Martin Niemöller, con un sistema de justicia en poder de una fuerza política. Irán en su momento también una oposición, que quedará sola a su suerte y tampoco entonces habrá nadie que diga nada, porque para entonces ya habrá una gran fuerza dominante y el miedo habrá permeado entre quienes piensan de manera diferente.
Sinaloa y el alcance del conflicto
Mes y medio después de la detención-entrega de Ismael Zambada y Joaquín Guzmán López, se desató la violencia entre la “Mayiza” y la “Chapiza”, teniendo Culiacán como escenario de batalla. Las versiones dicen que ese fue el tiempo que habría tardado Ismael Zambada Sicairos, el “Mayito Flaco”, en armarse y tejer alianzas con otros enemigos sinaloenses de los “Chapitos”, como Isidro Meza Flores, el “Chapo Isidro”. No sería extraño que al bloque se sume, si no es que ya esté integrado, Aureliano Guzmán, el “Guano”, hermano del “Chapo” Guzmán.
A los hechos de violencia de la madrugada del lunes le antecedieron, entre la histórica captura del 25 de julio a la fecha, por lo menos diez muertos atribuibles a las organizaciones criminales, entre ellos Martín García Corrales, el “Tano”, operador de Zambada y hermano de la dirigente del Partido Sinaloense (PAS) en el municipio de Elota, el partido que dirigía Héctor Melesio Cuén; la renuncia de la fiscal de Sinaloa por las irregularidades en la investigación sobre el homicidio de Cuén; al menos un enfrentamiento entre delincuentes y soldados así como narcobloqueos al norte de Culiacán; y hasta la profanación de la tumba de familiares de Damaso López, el “Licenciado” quien, junto con su hijo, es testigo protegido en Estados Unidos.
De ser así, la ruptura del Cártel de Sinaloa sería de dimensiones tal vez mayores a las de 2008, cuando se separaron los hermanos Beltrán Leyva por la detención de Alfredo Beltrán Leyva, el “Mochomo”, la cual atribuían a una traición de Joaquín el “Chapo” Guzmán.
Aquella fractura no sólo se reflejó en la violencia entre cárteles, sino también en las corporaciones policiales de todos los niveles corrompidas por el Cártel de Sinaloa, entonces llamado del Pacífico, para no estigmatizar. Unos quedaron del lado del Pacífico, y otros de los Beltrán Leyva, y los enfrentamientos no sólo se vieron en Sinaloa, sino en la Ciudad de México.
Los llamados a la paz no alcanzarán, y la violencia puede llegar a autoridades de todos los niveles y de todo tipo, particularmente en Sinaloa, donde el gobernador Rubén Rocha es uno de los protagonistas de la historia que empezó a fines de julio, cuando lo que sea que sea sucedió, y llevó al “Mayo” Zambada y a Joaquín Guzmán López ante las autoridades estadounidenses.