Faltando una semana para las elecciones en Estados Unidos, el cuarto de guerra del candidato republicano, Donald Trump está hecho un hervidero. El magnate y sus colaboradores más cercanos saben del riesgo que implica el virtual empate que marcan las encuestas con su rival demócrata, la vicepresidenta, Kamala Harris, algo que no se puede permitir; está en juego además del poder que representa, su lastimado orgullo tras el proceso electoral 2020, una derrota que cuatro años después no acaba de digerir.
Se sabe que en ese cuarto de guerra lo acompañan sus dos codirectores de campaña, Chris LaCivita y Susie Wiles. El primero se vio recientemente envuelto en una situación comprometida luego de que la cadena de televisión CNN diera a conocer publicaciones en las que se exhibía condenando la insurrección del 6 de enero de 2021 desatada por el entonces presidente.
Las revelaciones no deben haber caído nada bien en el ánimo de Trump quien exige lealtad antes que talento en sus colaboradores. Del otro lado Wiles, más discreta, es vista como el cerebro de la operación, la que ha logrado poner en orden las cosas. Republicana de cepa trabajó previamente con el gobernador Ron DeSantis en Florida. Ambos se incorporaron a la campaña en 2024.
Descarga la revista Mundo Ejecutivo con Donald Trump en portada
De todos es conocido que la voz que resuena en esa sala es la de Trump quien manda más allá de dirigir, sin embargo, entre los que tienen derecho a ser escuchados se encuentran tres viejos colaboradores que suman ya su tercera campaña con el magnate: Steven Cheung, director de comunicaciones además de Jason Miller y Brian Jack, dos de sus más cercanos asesores. La sexteta la completa una figura jóven, Karoline Leavitt, como secretaria de prensa nacional.
En esa sala se engendró el virulento discurso del domingo en el Madison Square Garden. Un último esfuerzo de polarizar la narrativa buscando reafirmar el voto duro de los sectores más conservadores de la sociedad, una apuesta de alto riesgo porque en el camino debe haber perdido también el voto de otros grupos como el de los puertoriqueños quienes fueron ridiculizados por los oradores, el de los judíos o el de los migrantes cuya invasión, dijo Trump, terminará el día que vuelva a tomar posesión del cargo.
De ese war room surgirá la estrategia para enfrentar una posible derrota, porque está claro que de presentarse ese escenario, Donald Trump no lo aceptará, lo que podría generar una andanada de disturbios de consecuencias impredecibles. Del otro lado de llevarse el triunfo entre estos nombres podremos ubicar a las figuras más influyentes dentro de su gabinete junto a otros de sus leales como Marco Rubio que suena para secretario de Estado, Stephen Miller, uno de los artífices en la política antiinmigrante o el polémico ex embajador Richard Grenellel primer miembro del gabinete en la historia de Estados Unidos abiertamente gay.
Trump suele premiar a los suyos y la paga por su fidelidad suele ser “algo más” que simbólica.
Síguenos en Google Noticias para mantenerte informado