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El peligro de las consultas

by El Consejero

Ni duda cabe, los plebiscitos, los referéndums y las consultas populares, son lo de AMLO, mecanismos que le han funcionado con éxito cuando es él o sus asociados quienes tienen el control de su ejecución, pero con magros resultados cuando éstos se realizan por la vía institucional, con una organización sólida que utiliza una metodología científica en donde los datos que se registran son difícilmente manipulables.

El primero de estos ejercicios tuvo lugar en 2002 cuando siendo jefe de gobierno del Distrito Federal, López Obrador puso en marcha un plebiscito telefónico para valorar su permanencia en el cargo. En ese entonces hubo denuncias de que por lo menos una buena parte de las llamadas se originaron en las oficinas de su administración. Igual procedimiento fue utilizado para la construcción del segundo piso sobre Periférico.

Para que un régimen autoritario pueda tener éxito requiere una cubierta de barniz democrático que le permita hablar de pluralidad, de respeto a los opositores, aunque las decisiones se tomen en la cúpula y las responsabilidades se hagan recaer en una masa que falsamente se identifica con el pueblo, una pequeña fracción de beneficiarios del gobierno, quienes están dispuestos a todo a cambio de mantener sus prebendas.

Es en este caldo de cultivo en donde estos mecanismos aplicados sin rigor, pueden ser utilizados como herramientas de manipulación. Una resolución así provocó la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México; en un ejercicio calificado de inédito, 747 mil mexicanos (el 0.6% de la población del país) tomaron la decisión más importante en infraestructura de las últimas décadas, paradójicamente la mayoría de ellos nunca se había subido a un avión. En un proceso similar la cervecera Constellation Brands debió cancelar la construcción de su planta en Mexicali con pérdidas calculadas en 665 millones de dólares. Cuando estos ejercicios se han hecho de manera seria, y han estado a cargo del Instituto Nacional Electoral, como ocurrió en el caso del juicio a los expresidentes, o la revocación de mandato, las cosas son muy diferentes, empezando por el escaso interés mostrado por los ciudadanos registrados ante el organismo electoral, quienes se han mostrado distantes de los temas que le interesan al mandatario a un costo muy alto para el erario.

Este martes el presidente volvió a las andadas, en su conferencia matutina y a través del su secretario de Gobernación, Adán Augusto López, anunció que el gobierno federal presentará “el ejercicio participativo para escuchar al pueblo en materia de seguridad pública”; lo que no se trata, dijo, de una consulta sino de un ejercicio de participación social que será organizado por la Segob. De esta forma el gobierno federal no sólo desconoce la autoridad del INE en la materia, sino que da la espalda a la Constitución que desautoriza el uso de este tipo de mecanismos cuando de seguridad se trata.

No es ningún secreto que Andrés Manuel López Obrador es un hombre rebelde, un hombre anti-sistema, así lo fue siempre, está en su naturaleza, forma parte de su ADN. El conflicto se presenta cuando accede al poder a través de las instituciones, esas que siempre desconoció pero que, sin embargo, son las que validan el que hoy gobierne un país tan grande y diverso como el nuestro. Los mexicanos merecemos respeto, que no pretenda el presidente jugar con las palabras, una consulta es una consulta por más que él la quiera bautizar con diferentes nombres y hoy las consultas están reguladas por la Constitución a iniciativa suya.

Con su determinación, el presidente no sólo busca saltar la autoridad del legislativo, quien es el más alto representante del pueblo, pretende que el poder judicial fije la vista en otra parte. Harían bien los asesores del presidente en comentarle que en democracia no se trata de “salirse con la suya” pese a todo, pese a todos. La historia está llena de casos de las consecuencias a lo que eso puede llevar y no queremos eso para México.

Alternativas a oficinas vacías

En la actualidad, sólo la Ciudad de México tiene un millón 759 mil metros cuadrados disponibles en oficinas, sin contar los 680 mil metros cuadrados en construcción a entregarse entre 2023 y 2024. La ocupación de estos espacios en el segundo trimestre de este año aumentó un 60% comparado con el mismo periodo de 2021, luego de ocho trimestres con caídas.

A decir de expertos inmobiliarios, tardarán al menos diez años en ocuparse los espacios disponibles con la demanda actual de oficinas en la capital del país. El plazo refleja la incertidumbre. El mercado enfrenta presiones como rentas bajas, contratos cortos de arrendamiento y de personal; así como alternativas como home office o formatos híbridos, espacios acondicionados y lugares de coworking.

A mediados del año pasado, el gobierno de la Ciudad de México planteó un programa de reconversión de edificios de oficinas en vivienda, sin embargo, el proyecto ha resultado poco atractivo por las inversiones necesarias, pues se requieren más baños, cocinas y otras instalaciones; además de que no convence la rentabilidad de la reconversión de oficina a vivienda.

La tendencia del coworking y de los espacios flexibles resulta más atractivo, no sólo para quienes trabajan por su cuenta. Por ejemplo, el 65% de los clientes de Wework son empresas globales con más de mil empleados, mientras el 35% son pymes, emprendedores y freelance. La ocupación en todo el país de Wework es del 68%, con ocho mil personas (30% de sus usuarios) que acuden diariamente a sus instalaciones. Con seis años de presencia en nuestro país, México es el cuarto mercado a nivel mundial en número de usuarios de Wework, detrás de Estados Unidos, Gran Bretaña e India.

El mercado de inmobiliario está viendo metros cuadrados de oficinas vacías, cuando las necesidades han cambiado y hay opciones flexibles que les permiten resolverlo. Muy probablemente las empresas que no han regresado a rentar oficinas es porque ya no está en sus planes hacerlo. Si no lo hicieron hace un año, no hay razón para hacerlo en diez.

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