Por Luis Wertman Zaslav
@LuisWertman
Llevamos décadas hablando de lo que no funciona en México. Lo que falta. Lo que falla. Lo que nunca llega. Es una narrativa cansada, y aunque tiene fundamento, no nos mueve hacia adelante. Lo que necesitamos hoy es enfocarnos —con claridad y decisión— en lo que sí funciona. Y hacerlo crecer.
Funciona cuando un ciudadano decide no quedarse callado ante una injusticia. Funciona cuando una empresa apuesta por su comunidad. Funciona cuando un maestro, una madre, un joven, alguien cualquiera, elige involucrarse en vez de resignarse.
Suscríbete a Mundo Ejecutivo para leer contenido exclusivo y recibir beneficios
En estos años he visto de cerca cómo florece la confianza cuando hay cercanía, cómo se transforma un entorno cuando hay corresponsabilidad. La seguridad, la convivencia y la paz no se imponen desde arriba, se construyen en comunidad, con pequeños acuerdos, con proyectos reales y con liderazgo cotidiano.
No hablo desde la teoría. Hablo desde la experiencia. He sido empresario, funcionario, ciudadano activo. Y he aprendido que lo que funciona siempre tiene tres ingredientes: personas comprometidas, procesos bien pensados y voluntad de colaborar.
Descarga la Nueva Revista de Mundo Ejecutivo 30 Mejores Empresas de Tecnología
También he aprendido que esperar a que “alguien más” lo arregle, es parte del problema. México necesita menos quejas y más ideas. Menos polarización y más unión en lo esencial. Necesita que entendamos que lo público también es nuestro.
Hoy, más que nunca, tenemos que abrazar la corresponsabilidad no como concepto, sino como práctica. ¿Qué significa? Que todos tenemos algo que aportar: desde el emprendedor que genera empleo con ética, hasta la vecina que organiza a su calle para cuidarse entre todos. Desde el joven que propone una app para alertas comunitarias, hasta el adulto mayor que transmite valores con el ejemplo.
Hay miles de historias así todos los días, pero casi nunca las contamos. Porque lo que sí funciona no hace ruido. Pero construye. Teje. Suma.
No es momento de cruzarse de brazos. Es momento de levantar la mirada y preguntarnos: ¿qué puedo hacer yo, desde donde estoy, con lo que tengo? La respuesta a esa pregunta es donde empieza el cambio real.
Sí, necesitamos mejores gobiernos, sin duda. Pero también necesitamos mejores ciudadanos, mejores líderes, mejores redes humanas. Porque los desafíos que enfrentamos no se resuelven solos. Se enfrentan juntos.
Construir un México más seguro, más justo y más digno es una tarea compartida. Y lo bueno es que ya hay mucha gente haciéndolo. Sólo hace falta ver, reconocer y multiplicar lo que sí funciona.