Como si se tratara de una auténtica película de terror, la mayoría de los mexicanos vemos pasar frente a nuestros ojos las acciones de una delincuencia que parece no saciarse. El horror de que nosotros o a alguno de nuestros seres queridos pueda ser la siguiente víctima de la violencia es un hecho latente en el día a día de nuestras vidas.
La encuesta Nacional de Seguridad Urbana dada a conocer este lunes por el Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (Inegi) refleja estos miedos de manera contundente. El 58.6 de la población (en promedio) mayor de 18 años de edad considera que es inseguro vivir en su ciudad, pero hay lugares en los que esta cifra se eleva a 91.9% como en Tapachula, Chiapas; 88% en Naucalpan de Juárez, Estado de México; 87.9 en Fresnillo, Zacatecas o 87% en Ecatepec de Morelos, también en el Estado de México.
Como ocurre cada vez que se publica un estudio de este tipo tanto autoridades locales como federales o se culparán mutuamente evadiendo responsabilidades que tuvieran que ser compartidas o referirán que se trata de “percepciones” que no se corresponden con la realidad, lo cierto es que en los últimos años cada vez somos más los que hemos visto como nosotros o personas cercanas a nuestro entorno han sido víctimas de un delito, en muchos casos violento, casos que aún con la respectiva denuncia no terminan por resolverse.
La encuesta sí considera la violencia, pero lamentablemente sólo en el entorno familiar, en donde la cifra tampoco es menor, 8.4% de los hogares vivieron en el último año casos de violencia que va desde humillaciones e insultos hasta golpes.
Como si viviésemos en un estado de guerra, el 36.6% de la población dijo haber escuchado durante el último trimestre disparos frecuentes con armas en los alrededores de su vivienda, y esto la hace apenas la quinta causa delictiva o antisocial más frecuente.
Pese a los altos niveles de popularidad que ostentaba el presidente Andrés Manuel López Obrador, durante septiembre de 2024 solo 18.4% de la población adulta consideró que existía mucha confianza en el gobierno federal, mientras que nivel local esta cifra se reducía a 8.9%, hablamos de una desesperanza casi absoluta en materia de seguridad.
Las mujeres son las más agobiadas. 73.5% se siente insegura en un cajero automático en la vía pública; 66.8% en el transporte público; 58% en los bancos y 57.2 en las carreteras.
Sobre estos cimientos se construye el segundo piso de la Cuarta Transformación. Hace dos semanas la presidenta Claudia Sheinbaum presentó su Estrategia Nacional de Seguridad, dijo que con inteligencia e investigación va a derrotar a la delincuencia. Habremos de concederle el beneficio de la duda, pero son los hechos y no las frases engoladas las que habrán de tener la última palabra.
Agua y seguridad nacional: la visión de futuros ingenieros
Actualmente hay una amplia variedad de definiciones de seguridad nacional, que pueden ir desde visiones académicas y multidisciplinarias, donde se abarcan economía, estado de derecho y medio ambiente; hasta con enfoques anacrónicos pero todavía existentes, de visualizarla sólo refiriéndose a la integridad del territorio, del régimen y de las instituciones del Estado lo cual, afortunadamente, no es el caso mexicano, ni de la juventud de hoy.
Ejemplo de ello fue el panel realizado el lunes pasado en el Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM), con el tema “Seguridad Hídrica como un tema de Seguridad Nacional”, organizado por el Club de Estudiantes del Colegio y en el cual participaron estudiantes de ingeniería civil de diferentes instituciones de educación superior.
Las y los futuros ingenieros definieron la seguridad hídrica como la capacidad de dar suministro adecuado de agua en la cantidad y calidad requerida por los diferentes usos en la sociedad, a precios accesibles, de manera justa y equitativa; así como proteger a las personas e infraestructuras de fenómenos hidrometeorológicos extremos.
A partir de la citada definición, se abordaron diferentes retos que se enfrentan, como la seguridad de los acuíferos para evitar su contaminación y el problema de las fugas de agua. También se identificaron factores que provocan las inundaciones, por lo que recomendaron medidas como obligar a inmobiliarias a optar por modelos de energía cero, bioconstrucción integrado en un diseño ecológico y biorregional (BedZed) y planes de gestión de sistemas de drenaje sostenible, entre otras.
Las y los jóvenes también abordaron casos específicos, como la necesidad de separar las aguas residuales de las pluviales que se encauzan al río Tula; los riesgos de construir viviendas en espacios cercanos a cuerpos de agua, como en el caso de la presa Madin, y priorizar una mayor inclusión social y ambiental, abordando las necesidades urbanas y rurales de manera equilibrada en las presas, tanto en las que operan como en las proyectadas.
El panel estudiantil concluyó que la seguridad hídrica depende totalmente de la calidad del agua. Por ello, cada obra de ingeniería que se realiza es en pro del bienestar de la comunidad y del país, y la calidad del agua impacta en todas las fases del proyecto de la ingeniería civil desde el diseño hasta la operación y el mantenimiento, asegurando la durabilidad y sostenibilidad de las infraestructuras. También señalaron que la educación y la concientización son clave, ya que si se sensibiliza a la población será más fácil que se hagan cambios significativos en cuestión de tratamiento, cuidado, almacenamiento y distribución del agua.
Esperanzador que las nuevas generaciones de ingenieros civiles tengan visiones más sostenibles, previsoras y resilientes respecto a las obras de infraestructura, sobre todo la hidráulica, estratégica para el desarrollo del país.
Cambio de banderas
Six Flags México está por cumplir 25 años, aunque está abierto desde 1982 como Reino Aventura. Es un parque de atracciones icónico, que cuenta con instalaciones de primer mundo, propias de los parques de Estados Unidos, como los de Disney o los de Universal Studios.
Su crecimiento y éxito dependen de la constancia y de la renovación; sin embargo, como todo aquel al que le va bien en este país tendemos a someterlos a juicios difíciles. Este último, ridículo, consiste en que los vecinos del parque, los vecinos de Tlalpan amenacen con cerrar sus accesos si no se mejora la vialidad para bajar y subir al Ajusco. Nada más maniqueo y mentiroso.
Estas aglomeraciones reales han sucedido en fechas recientes dado el interés que despierta año con año el famoso Festival del Terror, que congrega a miles y miles de niños, adolescentes y adultos.
Este fin de semana las vialidades alrededor del parque colapsaron, tal y como últimamente ha sucedido en diversas zonas de la Ciudad de México. La carretera que sube y baja del Ajusco es muy concurrida los días sábado y domingo, pero también entre semana, pues a todas luces en insuficiente para bajar hacia el Periférico.
De la misma forma sucede en todo el sur de la ciudad, desde Xochimilco, Tepepan, Tlalpan, Fuentes del Pedregal, Luis Cabrera, San Jerónimo, Avenida Toluca y Las Águilas, por nombrar algunos. Lo cual prueba que lo que está rebasado no son los estacionamientos, sino las vialidades.
Las autoridades de Tlalpan, así como las del parque trabajan en una solución temporal, pero si la visión de la jefa de Gobierno, Clara Brugada, es hacer de esta ciudad una joya, una ciudad más vivible, que comience pensando en la necesidad de un nuevo anillo periférico que permita desahogar la carga vehicular en el Valle.
Que cambien las banderas de Six Flags por banderas de construcción del gobierno, que mejoren la vialidad de la ciudad. Por el bien de todos.
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