Opciones en el mantenimiento de equipo médico
El equipo médico es clave para la atención de los pacientes en el diagnóstico, monitoreo, cuidados, traslados, terapias y rehabilitaciones. Este uso constante y en […]
El equipo médico es clave para la atención de los pacientes en el diagnóstico, monitoreo, cuidados, traslados, terapias y rehabilitaciones. Este uso constante y en ocasiones rudo, hace que sea fundamental el mantenimiento que se da a dicho equipo.
La durabilidad de un equipo médico no es algo que quede a criterio del usuario. Por ejemplo, de acuerdo a la Comisión Federal Para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), un monitor de signos vitales (MSV) tiene un parámetro de estimación de vida útil de cinco años y un porcentaje de depreciación anual del 20%. Es decir, dicho equipo debe ser sustituido cada lustro para asegurar la calidad de vida del servicio, así como la salud de los pacientes.
De ahí que una buena gestión del equipo médico considera el mantenimiento preventivo y correctivo para evitar imprevistos, diagnósticos erróneos, así como para incrementar la vida útil del equipo en las mejores condiciones. Dicho mantenimiento contempla procesos como limpieza, lubricación, calibración, inspección, pruebas de operatividad y funcionamiento; así como actualización de software en los casos requeridos.
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Hoy en día existe en nuestro país una amplia variedad de opciones para la adquisición, alquiler por corto plazo o “por evento” y arrendamiento de equipo médico, el cual incluye el mantenimiento del mismo.
La renta y el arrendamiento de equipo médico ofrecen ventajas como dar flexibilidad administrativa al no desembolsar grandes cantidades y, sobre todo, la garantía de contar con equipo en óptimas condiciones al poder ser reemplazado, sea porque finaliza su periodo de vida útil, porque falla por causas diversas o porque se puede sustituir por nueva tecnología.
Inicia la cuenta regresiva para Julian Assange
Desde que en 2010 publicara, en su plataforma de comunicación Wikileaks, información “sensible” para el gobierno de Estados Unidos, la vida para Julian Assange se ha vuelto un infierno, primero refugiado en la embajada de Ecuador en Londres durante siete años, y luego cinco más en la prisión de alta seguridad de Belmarsh.
Ayer Julian Assange se jugó su última carta para no ser extraditado a la Unión Americana. Sus abogados reclaman el derecho de su defendido a interponer un recurso de apelación, luego de que en 2022 la ministra del interior británica, la ultraconservadora Priti Patel, tomará la decisión de conceder la extradición luego de que la entonces administración de Donald Trump ofreciera al Supremo Tribunal las garantías sobre la seguridad del acusado.
El polémico caso de Assange, más allá del contenido del material revelado, tiene un carácter global, ya que en el fondo lo que se encuentra en disputa es el derecho de los medios de comunicación y periodistas, a dar a conocer información de interés público más allá de la cortina de opacidad tras la que los gobiernos ocultan sus trapacerías bajo la etiqueta de seguridad nacional, ante la cual ningún argumento es valido.
En este caso las autoridades estadounidenses reclaman la presencia de Assange bajo la justificación de que cometió 17 violaciones a la Ley de Espionaje de 1917 y uno adicional por su presunta intromisión en una computadora. La defensa del exeditor de Wikileaks descarta esta premisa, dado lo anacrónico de esta legislación, además de asegurar que un juicio contra Assange en la Unión Americana representaría más un acto de venganza y una señal de advertencia para toda la prensa libre que se atreva a investigar las actividades, no siempre licitas, de los gobiernos.
Hay que recordar que Assange no robo la información, solo la publicó. Los más de 700 mil documentos le habrían sido filtrados por Chelsea Manning (entonces Bradley Manning), soldado estadounidense quien fue condenado a 35 años de prisión por esa transgresión. En 2017 Barack Obama le conmutó la condena a siete años a partir de su detención en 2010 por lo que automáticamente quedó en libertad. Especialistas en el tema consideran que Assange no sería tan afortunado.
El caso es complicado, porque como señala el actual director de Wikileaks, Kristinn Hrafnsson, no se puede permitir que un ciudadano australiano que publicó en Europa acabe en una cárcel estadounidense. A partir de ese momento ningún periodista podría sentirse ya seguro.
Se abre un paréntesis por lo menos hasta el 4 de marzo para que los magistrados que habrán de tomar la decisión, Victoria Sharp y Jeremy Johnson, analicen con mayor rigor las circunstancias. Por lo pronto pidieron a las partes entregar nueva documentación. Lo jurídico y lo político no siempre hacen buena pareja y lo que menos quisiera en estos momentos Gran Bretaña es quedar envuelta en medio de la tormenta.