Accidentes, responsabilidad y profesionalismo en Pemex
Hace unos días, abordado en la mañanera respecto al incendio en la plataforma Nohoch-Alfa de la Sonda de Campeche con una pregunta con un notorio […]
Hace unos días, abordado en la mañanera respecto al incendio en la plataforma Nohoch-Alfa de la Sonda de Campeche con una pregunta con un notorio sesgo insidioso, el presidente López Obrador no cayó en la trampa de lanzar una acusación sin fundamento, aunque sí generalizó y cayó en supuestos.
El mandatario atribuyó estos accidentes a fallas, descuidos, falta de profesionalismo por parte de “cualquiera de las empresas que trabajan en plataformas”, por lo que pidió que se haga la investigación, se finquen responsabilidades, se les obligue a la reparación del daño y hasta la posibilidad de suspenderle los contratos. Esta última parte es la que da a entender que es la empresa privada la que tendría que pagar los platos rotos.
Eso no es todo. Con esa tendencia a buscar culpables a toda desgracia que sucede, algunos actores atribuyen la operación de la plataforma a la empresa contratada para el mantenimiento, y por ende la responsabilidad del siniestro. Por principio, habrá que esperar a lo que arrojen las investigaciones de la Fiscalía General de la República sobre las causas del incendio; en segundo, la plataforma, como muchas otras, es operada por Pemex, lo cual tampoco quiere decir que pudiera tener responsabilidad en lo sucedido; en tercero, Pemex, la empresa contratista, está al pendiente de lo que hacen las empresas que contrata, particularmente en el área de exploración y producción.
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Cabe señalar que en otros incidentes en plataformas, como la de Abkatún Alfa en 2016 y en la de E-Ku-A2 en 2021, la autoridad correspondiente no encontró la comisión de delito alguno, es decir, no hubo acción alguna por la que se pudiera responsabilizar y sancionar penal o administrativamente a alguien.
Por las características de las instalaciones de exploración y producción se extreman las medidas de seguridad, tanto por las vidas del personal que ahí trabaja, como por las pérdidas económicas que puede generar un accidente. Gracias a ello, en Nohoch-Alfa se pudo evacuar a más de 320 personas de la plataforma, con un saldo lamentable de dos fallecidos, ocho lesionados y un desaparecido. El profesionalismo en estos casos no son apreciaciones subjetivas o cuestión de exhortos, sino cumplimiento riguroso de protocolos y medidas, tanto preventivas como en caso de emergencia, hasta la atención de los lesionados, fallecidos y sus familiares.
¿En que se parece México a Israel?
Para nadie es un secreto que la relaciones entre Israel y la Cuarta Transformación no atraviesan por su mejor momento tras el silencio del gobierno israelí a la petición de que entregue a dos presuntos delincuentes, el extitular de la Agencia de Investigación Criminal de la otrora PGR vinculado en el caso Ayotzinapa, Tomás Zerón; y al exembajador de nuestro país ante la UNESCO, Andrés Roemer, acusado por diversos delitos de índole sexual.
Lo cierto es que pese a sus divergencias, nuestras naciones presentan un punto en común: ambas son gobernadas por líderes radicales que no temen llevar las cosas al extremo cuando se trata de cumplir un propósito. Hoy Israel vive una situación compleja producto de la ley aprobada para restringir la influencia de la Suprema Corte en las decisiones tomadas por el primer ministro, Benjamín Netanyahu. En México podríamos enfrentar una situación similar en los próximos meses de cumplirse el deseo del presidente Andrés Manuel López Obrador, de obtener la mayoría calificada en ambas cámaras durante las elecciones de 2024.
En su iniciativa, Netanyahu señala que su reforma judicial no busca limitar la democracia sino, muy por el contrario, restablece un equilibrio de poderes entre los legisladores que son electos por la ciudadanía y los jueces que no son electos ¿suena conocido? Los dos jefes de Estado encuentran en el Poder Judicial un obstáculo para sus objetivos, Netanyahu, que defiende los intereses de la derecha y la ultraderecha, acusa a los jueces de actuar contra éstas, particularmente en lo que se refiere a la construcción de nuevos asentamientos en territorios ocupados y en la exención del servicio militar a los judíos ortodoxos, mientras que López Obrador señala a los ministros por interponerse a sus reformas constitucionales que de acuerdo a su muy particular visión forman parte de la “transformación de la vida pública del país”.
Ambos mandatarios juegan un juego muy peligroso. Con su determinación que ya dio un paso importante en la Knéset (órgano unicameral que representa al poder legislativo judío), Netanyahu colocó a Israel en una de las crisis más importantes desde su fundación hace tres cuartos de siglo. Hay quien afirma, como el presidente Isaac Herzog, que la división creada podría conducir a una guerra civil; tras casi treinta semanas de protestas ya no empieza a sonar tan descabellado, incluso cientos de reservistas militares, entre los que se incluyen pilotos de la fuerza aérea ya amenazaron con negarse a presentarse a servicio. Netanyahu, quien está acusado de corrupción, depende absolutamente de los ministros de extrema derecha para que su gobierno no colapse, por lo que aunque ofrezca conversar con los inconformes, está claro que el proyecto seguirá su curso.
Dicen que nadie aprende en cabeza ajena, sin embargo, deberíamos estar muy atentos a lo que pasa en otras latitudes. A diferencia de lo que ocurre en Israel en donde no existe una constitución, en México tenemos una Carta Magna que nos protege de las “veleidades” del gobernante en turno y un Congreso integrado por dos cámaras en donde la oposición mantiene un cierto peso. Tener una posición sólida es importante en estos momentos, no sea que después vengan las lágrimas.