Inteligencia Artificial, ¿una amenaza para supervivencia humana?
A finales del milenio pasado surgió un género de películas apocalípticas en donde el personaje antagónico derivaba usualmente de una inteligencia artificial descontrolada que, tras un proceso de evolución, terminaba por apoderarse del dominio del mundo.
A finales del milenio pasado surgió un género de películas apocalípticas en donde el personaje antagónico derivaba usualmente de una inteligencia artificial descontrolada que, tras un proceso de evolución, terminaba por apoderarse del dominio del mundo. Así nacieron Blade Runner, Terminator y Matrix, filmes en donde el ser humano con su actividad destructora pasaba de héroe a convertirse en el enemigo público número uno para la supervivencia de la tierra. Hoy estas pesadillas podrían empezar a tomar forma.
Esta semana se prendieron todos los focos de alerta, luego de que se revelara una carta signada por 350 ejecutivos, ingenieros e investigadores vinculados a la Inteligencia Artificial (IA, por sus siglas en inglés), en la que advierten que ésta se cierne como una amenaza para la humanidad tan seria como una pandemia o una guerra nuclear.
Los desarrollos que en los últimos meses se habían revelado como uno de los grandes avances de la humanidad, hoy se vislumbran como una amenaza no sólo al empleo, sino al sistema de vida de millones de personas que se mueven en una sociedad de consumo. De poco o nada serviría una automatización de la producción, si por la falta de empleo se extinguieran los consumidores para adquirir los bienes y servicios que de ella derivan.
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Los expertos detectan también elementos en la difusión de desinformación que pudieran sumir a las sociedades en el caos, ya que no existe una regulación al respecto y estas tecnologías hoy se mueven sin delimitación alguna sin una planificación o gestión adecuados, de acuerdo a la publicación: esto “a pesar de que en los últimos meses los laboratorios de IA han entrado en una carrera sin control para desarrollar e implementar mentes digitales, más poderosos que nadie, ni siquiera sus creadores, pueden entender, predecir o controlar de forma fiable”.
Aunque es muy pronto para quitarnos el sueño, el texto de la carta debía preocuparnos sobremanera a todos, ya que está firmada nada más y nada menos que por los más altos ejecutivos de las tres empresas dominantes en materia de Inteligencia Artificial: Sam Altman, presidente ejecutivo de Open AI; Demis Hassabis, CEO de Google DeepMind y Dario Amodei, cofundador de Anthropic. A la par también se muestras alarmados Yoshua Bengio y Geoffrey Hinton, considerados los padrinos de la Inteligencia Artificial como hoy la conocemos.
Hinton fue objeto de gran cobertura mediática hace unos días cuando abandonó la vicepresidencia de Google. Él ya había anticipado los estragos que podría ocasionar una tecnología que funciona mejor que el cerebro humano. Incluso en una entrevista a el diario El País había señalado que entre los próximos cinco y veinte años la Inteligencia Artificial superaría a la humana.
En estos momentos la palabra clave es regulación, en Estados Unidos los más altos ejecutivos de las empresas líderes en la materia han sostenido reuniones con el presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris, pero también en el Senado. Sin embargo también se encuentran en juego fuertes intereses económicos entre los tres principales competidores. Es indudable que otras naciones también están desarrollando sus propias tecnologías, países más reservados que en algún momento también entraran en el juego y tratarán de imponer sus propias condiciones.
Ciclo combinado de gas, ¿energía limpia? Sólo en México
Todo indica que México incumplirá el objetivo de generar 35% de energía limpia en 2024 en el marco del Acuerdo de París, un tratado internacional sobre el cambio climático jurídicamente vinculante y adoptado en la COP21 de 2015 realizado en la capital francesa. Para nadie es un secreto que la actual política energética desincentiva las nuevas inversiones privadas y extranjeras en el sector a favor de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Tampoco es un secreto que este gobierno adapta la realidad a la suya, por lo que el pasado 26 de mayo el Diario Oficial de la Federación (DOF) publicó un acuerdo de la CRE en el que incluyó en la categoría de “energía eléctrica limpia” a la que aproveche el calor residual de un sistema que haya utilizado gas natural o combustibles más limpios; así como “energía libre de combustible” a la energía eléctrica adicional generada por una central que use gas natural y sea producto de un tipo de tecnología de enfriamiento.
Es decir, por decreto, las plantas de ciclo combinado de gas pasaron a ser tan limpias como las plantas eólicas y fotovoltaicas. Con ello, a pesar de registrarse una caída de 0.4% en 2022 en la producción de energía eléctrica con energías limpias renovables como la solar y eólica, con la nueva clasificación, pasó a 31.2% del total del Sistema Eléctrico Nacional, un 2.3% más y a 4.8% de la meta establecida en el Acuerdo de París, fácilmente superada este año hasta casi duplicarla, por lo menos en la cosmogonía de este gobierno.
Cabe señalar que no hay país, organismo o sistema eléctrico que tenga un criterio similar al inventado por la CRE para clasificar a los ciclos combinados a gas como energía limpia. Obviamente la recategorización de la CRE ha sido cuestionada por organizaciones ambientalistas, instituciones académicas, empresas de energías renovables y asociaciones del sector, al considerar que hay un incremento artificial de la cantidad de energía limpia en el sistema eléctrico, por lo que ya analizan los cauces legales para suspender el acuerdo, es decir, más amparos contra la política energética del gobierno. Esto seguramente no será impedimento para que, en el ocaso de su sexenio, el presidente López Obrador presuma la superación con creces del objetivo establecido por el Acuerdo de París en generación de energía limpia, aunque sea evidente la trampa.