Es sabido que en economía los números son fríos, y así tendrían que serlo por estar sustentados en hechos concretos, en realidades. Son los políticos quienes los distorsionan, quienes les dan interpretaciones que se ajustan a sus narrativas, quienes los manosean de mil formas para tener siempre cifras alegres que presentar a sus públicos y en su defecto a los potenciales electores que les den continuidad a sus proyectos.
Lo anterior viene al caso porque hará cosa de siete meses el presidente Andrés Manuel López Obrador salió a presumir públicamente que nuestro país había registrado un máximo histórico en Inversión Extranjera Directa y habló de un incremento constante desde su llegada al poder en 2018. Sin ningún pudor y teniendo como testigo al pueblo yaqui reafirmó sus dichos en febrero destacando que: “México tiene ahora una buena fama en el mundo” y que “están llegando inversiones de empresas extranjeras, como nunca”.
Como si se tratara de una realidad alterna, el jueves pasado nos enteramos de los otros datos, no de los que lo surte Comunicación Social de Presidencia, sino los de a de veras.
Sin más preámbulos, la consultoría global Kerney, reveló que nuestro país quedó fuera, por cuarto año consecutivo, de entre los 25 países con mayor atractivo para la Inversión Extranjera Directa, el peor resultado en los últimos cuatro sexenios, muy por debajo de sus predecesores Vicente Fox, quien llegó a colocar a México en la tercera posición; de Felipe Calderón, quien alcanzó un muy digno octavo puesto; y aún de Enrique Peña Nieto quien se quedó en el lugar número 17.
Si nos atenemos a lo dicho por la consultora, todo ha ido en picada, por lo menos en esta materia, desde la llegada de la Cuarta Transformación quien desde 2019 ha sido vista con recelo por los inversionistas tras la cancelación del aeropuerto de Texcoco y su obsesión por dar marcha atrás a las reformas que impulsaron los gobiernos que le antecedieron. Vamos, ni siquiera la envidiable situación geográfica con la que goza nuestro país en momentos en que la tendencia es al nearshoring parece motivar a quienes buscan colocar su dinero en posiciones que les brinden una certeza jurídica, con unas reglas que en nuestro país parecen no estar del todo claras.
Tampoco hay premio de consolación. Si nos remitimos a los países emergentes, apenas alcanzamos el lugar número ocho de entre los primeros diez ranqueados, una posición muy distante de la grandilocuencia proyectada desde Palacio Nacional.
Aún es tiempo de captar esos grandes capitales que durante los últimos dos años permanecieron dormidos a la espera de ver el mundo que habría de quedar tras la pandemia de Covid-19. Claramente el nearshoring podría ser la llave que abriera las puertas a un desarrollo que ha estado paralizado, ciertamente por factores ajenos a la actual administración, como en el caso de la crisis sanitaria, pero también por malas políticas que han castigado a quienes invierten su dinero buscando una legitima ganancia. El tiempo corre y los dineros se mueven con visión de mediano y largo plazo. Pudiéramos estar perdiendo una oportunidad única y llegar, de nueva cuenta, tarde a la repartición.
El INE descafeinado
La madrugada del viernes se procedió al sorteo para la elección de los consejeros electorales y nos amanecimos con la noticia de que Guadalupe Taddei Zavala es la nueva presidenta consejera, y los nuevos consejeros son Rita Bell López Vences, Jorge Montaño Ventura y Arturo Castilla Loza.
Todos tienen experiencia en temas electorales, incluida la presidenta consejera. Sin embargo, los nombramientos son resultado de un proceso viciado desde un Comité Técnico cuyos integrantes fueron predominantemente afines a Morena. De ahí que no fuera casualidad que todas las quintetas tuvieran candidatos con perfiles afines o cercanos a la 4T. En el caso de la lista para presidenta consejera, sólo una de cinco no tenía vínculos familiares o había militado en Morena. De ahí que difícilmente iba a perder el actual gobierno en la tómbola. Se evitaron los consensos, se fueron a la imposición y se llevaron dos de cuatro, incluida la presidencia del INE.
Actualmente consejera presidenta del Instituto Sonorense de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales, Guadalupe Taddei Zavala es prima de Jorge Luis Taddei Bringas, delegado de la Secretaría del Bienestar en Sonora, padre de Pablo Daniel Taddei Arriola, titular de la flamante paraestatal LitioMx, y de la diputada local por Morena, Ivana Celeste Taddei. Y así hay muchos otros Taddei que han encontrado cobijo en el erario del estado de Sonora, como los hijos de la nueva presidenta consejera del INE.
El apellido es garantía, porque el presidente dijo no conocer a Guadalupe Taddei, pero aseguró que es honesta, profesional e incapaz de actuar como Lorenzo Córdova. Ese aval ya debería preocuparnos.
Pero paisanaje mata apellido. Jorge Montaño Ventura es fiscal de Delitos Electorales de Tabasco, fue Magistrado Presidente del Tribunal Electoral en el estado, y también consejero del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Tabasco (IEPCT), en cuyo paso fue involucrado, procesado y absuelto respecto a la adquisición fraudulenta de un edificio para ser sede del Instituto y que a la fecha sigue sin ser ocupado.
Ya fuera los consejeros incómodos Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, así como los olvidables Adriana Favela Herrera y José Roberto Ruiz Saldaña, llegan cuatro a sumarse a un Consejo Electoral descafeinado. Ojalá, además de honestidad y profesionalismo, actúen con independencia, autonomía y valor. Igual y nos sorprenden como algunos ministros que llegaron a propuesta de López Obrador y de quienes hoy en día le decepcionan, para mal de la 4T y bien del país.
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