Faltando poco más de tres meses para las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el cuartel de los demócratas es un caos tras la renuncia a la candidatura presidencial de Joe Biden. Si bien ya se anticipaba la incapacidad del mandatario para seguir adelante éste no cejó en su empeño de mantenerse en la contienda, pese a un primer debate desastroso que lo dejó en muy malas condiciones. La puntilla vino con el atentado contra el hoy candidato republicano Donald Trump que, como ave Fénix, logró recuperarse de una serie de juicios que lo colocan como el primer aspirante a la presidencia que a la vez que hace campaña está siendo procesado.
La pregunta obligada es quién sucederá al presidente en las aspiraciones demócratas. Institucionalmente le correspondería a la vicepresidenta Kamala Harris, aunque existan serias dudas de que pueda derrotar al magnate en las urnas. El dinero por lo menos parece que no será factor. Tras la salida de Biden se especuló mucho si los donantes que habían apoyado al mandatario lo harían también con Kamala, la respuesta fue más que contundente, el equipo de la vicepresidenta logró recaudar 81 millones de dólares en tan solo 24 horas. Si el entusiasmo de los votantes es igual que el de los patrocinadores podemos hablar de que aún hay esperanza para los demócratas.
Pero Kamala no es la única con pretensiones, entre los demócratas hay muchos políticos con largas trayectorias que se consideran con los méritos suficientes para alcanzar el máximo cargo, entre ellos destaca el gobernador de California, Gavin Newsom, quien era visto como aspirante a la candidatura para 2028, y que cuenta con una estructura electoral que podría impulsarlo fuertemente. Si los astros se le alinean podría adelantar su sueño cuatro años, pero antes tendrá que derrotar, además de a Kamala, a Gretchen Whitmer, gobernadora de Michigan, quien en 2022 logró recuperar para su partido un estado tradicionalmente republicano y que, además, es vicepresidenta del Comité Nacional.
El gobernador de Illinois, JB Pritzker también levantó la mano y está dispuesto a invertir una buena parte de su fortuna personal para cumplir con su objetivo. Pritzker es el heredero de la cadena de hoteles Hyatt. A su favor obra que es un fiero crítico de Donald Trump, de quien dice es homófobo, acosador, racista y criminal, por mencionar tan sólo unos cuantos calificativos.
Los demócratas tienen un mes para definir quién es su mejor mujer o su mejor hombre. El que emerja como su representante tendrá un hándicap, dado que Donald Trump lleva meses de ventaja haciendo campaña, además del fallido atentado ya mencionado que hizo subir sus acciones enormemente. Sólo un milagro podría evitar que Trump repitiera en la presidencia y, por paradojas del sistema legal estadounidense, su primer acto fuera concederse el indulto a sí mismo por sus delitos del pasado.
Los enemigos de Omar
El pasado domingo a plena luz del día, fue asesinado en calles de Coacalco, Estado de México, Milton Morales Figueroa. Quien fuera coordinador general de la Unidad de Estrategia, Táctica y Operaciones Especiales de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (SSC CDMX) se encontraba en su día de descanso.
Se trata de uno de los mandos policiales a cargo de tareas de inteligencia e investigación de casos relevantes de la SSC contra el crimen organizado y cercano colaborador de Omar García Harfuch. Ex policía federal y con experiencia en las áreas de inteligencia de la entonces Procuraduría General de la República y la Agencia de Investigación Criminal (AIC), a Milton Morales lo llevó su jefe por su breve paso por la Policía de Investigación de la Fiscalía General de Justicia, y luego a la SSC. Probablemente también sería invitado a laborar en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.
El asesinato es un duro golpe no sólo para la policía de la Ciudad de México, sino para el combate al crimen organizado e, inevitablemente, interpretado como un mensaje contra Omar García Harfuch, quien ya fue objeto de un atentado en 2020 atribuido al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Sin duda hay preocupación entre las organizaciones criminales por la llegada de Omar García y su equipo a la Secretaría de Seguridad, y el fin de los “abrazos, no balazos”, del trato respetuoso a los criminales, un pacto de paz tácito que no ha funcionado, pues la violencia sigue creciendo y el asesinato pareciera advertir de que se exacerbará contra quienes ven como una amenaza la designación.
Por si fuera poco, García Harfuch tiene enemigos no sólo entre narcotraficantes, sino también dentro de Morena, la llamada “ala dura” que se opuso en su momento a su candidatura a jefe de Gobierno y ahora tampoco quieren que llegue a la Secretaría de Seguridad federal en octubre. Aquellos que le siguen involucrando con la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, lo relacionan con Genaro García Luna, más los ataques que se les ocurra. Lo de menos para ellos es que no cuenten entre sus cuadros con especialistas en seguridad pública del nivel de García Harfuch. Lo importante es no dejar posibilidad alguna a que el policía llegue a sea un potencial presidenciable, aunque el país se siga ensangrentando.
Narcos y duros, enemigos con causa en común que podrían ser “Todos contra Omar”.
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