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¿Quién votará por Samuel en Nuevo León?

by El Consejero
Samuel

Encaprichado con ser candidato presidencial porque López Obrador lo respalda, Samuel García ha llevado al gobierno del estado de Nuevo León a niveles de república bananera. A diferencia de Jaime Rodríguez, el “Bronco”, quien cuando buscó la presidencia como candidato independiente pudo dejar a su secretario de Gobierno, Manuel González; el actual gobernador quiere todo: ser candidato, dejar de encargado de despacho a su secretario de Gobierno o que el congreso con mayoría opositora le deje poner a alguien de Movimiento Ciudadano como interino.

Este miércoles, conforme a la ley, la oposición con mayoría en el congreso local designó como gobernador interino a Luis Enrique Orozco, vicefiscal estatal, no sin antes haberse irrumpido la sesión por simpatizantes de MC. Ya en el colmo, este jueves, la policía estatal impidió la notificación al Palacio de Gobierno de la designación.

Samuel García alegó que la agresión al congreso fue en realidad un “autoboicot” de la oposición, no gente de MC, y que impugnará la designación. Apenas el martes había regresado al cargo por sólo tres días, con la intención de después volver a irse de campaña, y así al parecer lo hará hasta el 18 de enero, cuando termina el periodo de precampañas, salvo que el INE determine que la chicanada -como todas las argucias leguleyas a las que ha recurrido enesto-, invalida su registro como candidato.

Está visto que Samuel y sus funcionarios no van a permitir gobernar a un interino que no les sea afín, ni la oposición en el Congreso van a hacerle el favor al apadrinado del presidente. El vergonzoso desorden institucional en el que entra uno de los estados con mayor peso económico tiene como primeros afectados a los neoleoneses, quienes creyeron que ya habían visto todo con un pésimo gobernador como el Bronco, y ahora ven que el que lo relevó lo está superando con creces, empezando porque olvidó su compromiso de ser gobernador de seis años.

Otro perdedor es Movimiento Ciudadano, que difícilmente mantendrá un bastión como Nuevo León, a pesar de que Luis Donaldo Colosio quiera entrar al quite dando como opción que el Senado elija al interino, previa declaración de desaparición de poderes, un extremo al que no se ha llegado ni en los estados violentados por el crimen organizado… Y todavía falta cómo reciban los neoleoneses cuando Samuel García regresé a la gubernatura después de su aventura.

Los claroscuros de Kissinger

Si tuviéramos que asociar un rostro a la frase “el fin justifica los medios” sin lugar a dudas sería el de Henry Kissinger, el artífice de la política exterior de Estados Unidos durante la última mitad del siglo XX que murió el miércoles pasado tras cumplir un siglo de vida. Un hombre con muy pocos escrúpulos que antepuso siempre la consecución de sus metas a los daños colaterales que en el camino pudiera ir dejando.

Ciertamente fue el responsable de la apertura de Estados Unidos a China, como una forma de frenar el avance de la entonces Unión Soviética, pero también orquestó el golpe de estado en Chile que terminó con el derrocamiento de Salvador Allende en 1973. En esa sucesión de claroscuros fue galardonado ese mismo año con el Premio Nobel de la Paz por sus gestiones para alcanzar la paz en Vietnam cuando la guerra ni siquiera había concluido, al final su fatal determinación costó la vida de 58 mil estadounidenses y el estigma de que el Tío Sam, con todo su poder, podía ser derrotado.

Pero la avalancha de muertos no terminó ahí, en un intento por frenar a las fuerzas comunistas del Vietcong que operaban en la frontera con Camboya, Estados Unidos ordenó un ataque indiscriminado contra ese país asiático, completamente neutral, dejando una cauda de 50 mil muertos y dando una justificación al surgimiento de los jemeres rojos, quienes habrían de cometer uno de los peores genocidios en la historia contemporánea.

Henry Kissinger es una muestra de que el sueño americano puede hacerse realidad. Llegó a Estados Unidos huyendo de la persecución en la Alemania nazi en 1938; para 1943 ya tenía la ciudadanía estadounidense y muy poco tiempo después ya había obtenido un doctorado en Harvard. Fue contratado como consultor del Departamento de Estado y el Pentágono para posteriormente convertirse en asesor de seguridad nacional y luego secretario de Estado durante la administración de Richard Nixon, a quien acompañó hasta su renuncia por el caso Watergate, su sucesor Gerald Ford lo refrendó en el cargo. Desde aquella época hasta hoy, Kissinger asesoró a doce diferentes presidentes, lo que habla de su inteligencia y capacidad para mantenerse siempre cerca del poder.

Es verdad que Kissinger logró reconfigurar las relaciones de su país con la Unión Soviética en plena guerra fría, como es cierto que no tuvo muchos escrúpulos para sacrificar los valores democráticos y de los derechos humanos ni hablar. Alguna vez Barak Obama, al referirse a él, declaró que había pasado una buena parte de su mandato tratando de recomponer el mundo que Kissinger había legado a su país.

Con la muerte del exsecretario de Estado se cierra una etapa que marcó a muchas generaciones de estadounidenses, un capítulo que hoy se puede leer en los libros de historia como un periodo difícil en donde el mundo estuvo más cerca que nunca de una conflagración nuclear, un suceso que afortunadamente no ocurrió.

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