Segob y CDMX: las decisiones de Rosa Icela y de Martí
La salida de Sheinbaum no es tan fácil como la de los integrantes del gabinete, pues se trataría de una renuncia definitiva.
Rosa Icela Rodríguez le pidió al presidente le permita quedarse al frente de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Esta decisión impacta en los relevos de dos posiciones claves para la gobernabilidad del país en los próximos meses previos a las elecciones de 2024: la Secretaría de Gobernación y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
Empezando por Gobernación, Rosa Icela acaba con los rumores que la ubicaban en Bucareli. Alejandro Encinas no es considerado, dada su pésima relación con las fuerzas armadas. De ahí que se fortalece la opción de que quede alguien de la absoluta confianza de los López -Andrés Manuel y Adán Augusto-, en este caso César Yáñez, subsecretario de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos.
Rosa Icela Rodríguez era vista como favorita de AMLO para la Ciudad de México, por lo que su descarte levanta los ánimos en una lista de personajes de los cuales ninguno alcanza a armar una candidatura competitiva: Clara Brugada, alcaldesa de Iztapalapa; Ariadna Montiel, secretaria de Bienestar; Luisa María Alcalde, secretaria del Trabajo, y Martí Batres, secretario de Gobierno. Cómo estarán las cosas que dicen que Mario Delgado se apunta como mejor opción. El único con arrastre electoral es Omar García Harfuch, que ni milita en Morena y, sobre todo, no cuenta con el afecto ni confianza del inquilino de Palacio Nacional.
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Se dice que Batres se encuentra evaluando sus opciones, entre renunciar a la Secretaría de Gobierno para no quedar inhabilitado al corresponderle por ley ser jefe de Gobierno sustituto. En caso de renunciar Batres, Claudia Sheinbaum podría hacer un último nombramiento y dejar alguien de su confianza -y con el visto bueno de su vecino en el zócalo-, en la Secretaría de Gobierno, mencionándose a Luz Elena González Escobar, secretaria de Administración y Finanzas.
La salida de Sheinbaum no es tan fácil como la de los integrantes del gabinete, pues se trataría de una renuncia definitiva. De acuerdo a la constitución capitalina (Art. 32), en caso de falta absoluta de la o el Jefe de Gobierno, en tanto el congreso local nombra a quien lo sustituya, la o el secretario de Gobierno asumirá provisionalmente la Jefatura. Posteriormente, la Comisión Permanente del congreso deberá convocar a sesiones extraordinarias para constituir el Colegio Electoral para nombrar a un jefe de Gobierno interino en votación secreta y deben estar de acuerdo dos terceras partes de los diputados presentes, los cuales no cuenta Morena y se ve difícil, que no imposible que negocie y consiga votos y ausencias.
Antes de decidir y actuar, Martí no sólo lo consultará con su todavía jefa, sino con López Obrador. Tal vez le convenga guardar sus aspiraciones, quedarse a administrar unos meses la Ciudad de México y de paso atender la operación electoral del año que viene, esperando ubicarse en el gabinete presidencial y mejores tiempos para buscar la jefatura de la CDMX.
Iberdrola y su fórmula para ganar perdiendo en México
En la Cuarta Transformación hay dos tipos de negocios, los malos y los pésimos, para desgracia del país la mayoría de estos caen en el segundo rango. El lunes quedó sellada una nueva transacción que le terminará costando a los mexicanos 6 mil millones de dólares y cuyo único beneficio será que el presidente Andrés Manuel López Obrador pueda jactarse de que “México” ahora tendrá una mayor autonomía energética, aunque en los hechos no se habrá de generar un microvatio más de energía
Prácticamente desde el inicio de su gestión, el mandatario utilizó como punching bag a todo lo que tuviera que ver con la península ibérica, en particular con sus empresas a las cuales acusó de haber firmado contratos leoninos con las administraciones anteriores. Un caso particular es el de Iberdrola, empresa generadora de energía a la que amenazó, amedrentó y colocó contra la pared, todo en pos de que vendiera sus activos en favor de la maltrecha Comisión Federal de Electricidad.
Dos meses después de que se anunciara con gran pompa que gobierno y empresarios habían alcanzado un acuerdo, el lunes quedó legalmente formalizada la compra de 13 plantas generadoras de segunda mano, que operan con tecnologías anacrónicas y que en los próximos años quedarán rebasadas ante la obligatoriedad, a nivel mundial, de la utilización de plantas que funcionen con energías renovables.
Hay veces que se gana perdiendo y viceversa, este es el caso de la empresa española que se deshizo del 87% de su infraestructura obsoleta pero que a cambio logró mantener la parte más rentable, 13 centrales que forman parte de sus proyectos encaminados a la energía eólica y solar que representan el 45% de sus negocios en México.
Del lado mexicano todavía se encuentran muy nebulosos los detalles de la operación. De entrada, Iberdrola no le vende sus activos directamente al gobierno mexicano, sino que lo hace a través de un fondo privado especializado denominado Mexico Infrastructure Partners, que adquiere el 55% del beneficio bruto de explotación de Iberdrola en el que se incluyen los contratos vinculados y el personal que labora en la operación de las plantas. La operación se encuentra respaldada por el Fondo Nacional de Infraestructura de México (Fonadin) así como otras entidades financieras cuyos nombres no han sido revelados, aunque se especula que estas podrían ser BBVA, Santander e incluso el Bank of America.
Pasado el susto, Iberdrola no se va, redescubrió que las administraciones mexicanas siguen siendo un negocio más que rentable para sus accionistas. Apenas el viernes anunció que la Comisión Reguladora de Energía (CRE) le había aprobado un nuevo permiso para la generación de energía eólica en Guanajuato y no sólo eso, planea invertir en diferentes proyectos de energía limpia en la República hasta por 5 mil millones de dólares, casi la totalidad de las ganancias provenientes del acuerdo firmado el lunes.