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Tenemos que hablar de Andy

por El Consejero
AMLO 2023

Seguramente a López Obrador le costó trabajo contenerse porque, a diferencia del escándalo de la Casa Gris, en esta ocasión la noticia de Andy y sus amigos no fue abordada en la mañanera del miércoles. Se quedó con las ganas de aludir a la “riqueza inexplicable” de Carlos Loret y menos ahora, cuando se trata de la riqueza de los suyos.

Tampoco ningún reportero preguntó sobre el tema, lo cual no extraña, pues la novedad es que alguien haga alguna pregunta incómoda que lo saque de su narrativa y hasta lo desestabilice emocionalmente.

Como es sabido, la noche del miércoles, Latinus dio a conocer que un grupo de empresas, propiedad o relacionadas con amigos de Andrés Manuel López Beltrán, han obtenido contratos del Gobierno federal por más de 100 millones de pesos, destacando obras en el parque ecológico que se erige donde iba a estar el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, lugar que al parecer sigue siendo ejemplo de corrupción.

La noticia sobre los negocios de los amigos de Andy es un asunto que puede tener más de fondo, incluso más que el de la Casa Gris. A diferencia de José Ramón, a quien lo suyo es dedicarse al 100 por ciento a la buena vida, a Andrés Manuel hijo, conocido como Andy, sí le gusta la grilla y opera en elecciones, pues hay hasta audios de él “sugiriendo” la contratación de empresas para justificar gastos de campaña de antes de 2018.

Andy opera en el gobierno colocando funcionarios en cuya semblanza suele aparecer su cercanía con el hijo del presidente. Es el más cercano a su padre políticamente hablando, tanto, que seguramente figurará en la boleta electoral en varios comicios con la ventaja de la marca “Andrés Manuel”.

¿Cuánto tiempo podrá aguantarse el presidente sin defender a otro de sus hijos, desmentir sin pruebas la noticia, descalificar al periodista y al medio? ¿Explicará qué hace Andy en su gobierno y en Morena? ¿Dirá que Latinus y Mexicanos contra la Corrupción están financiadas por el gobierno estadounidense al que acusará de injerencista? ¿O será que irónicamente le dedicó a Loret la canción de Juan Gabriel con la que cerró su mañanera por aquello del “ya no te aferres” y no tocará el tema? Esto último no podrá ser. Debemos hablar de Andy.

¿Desaparecerá el Inai?

Sin lugar a duda la transparencia es uno de los elementos fundamentales en la consolidación de un sistema democrático. Que difícil es calificar a una forma de gobierno como democrática cuando se encuentra rodeada por la opacidad, cuando la idea de rendición de cuentas se circunscribe a ser el juez de las acciones propias, ya sea a través de visitadurías, órganos de control internos o, en el caso de nuestro país, una Secretaría de la Función Pública que de muy poco sirve si a final de cuentas se somete a los deseos del mandatario en turno, como ya hemos atestiguado en sexenios anteriores.

Por esta razón llama la atención que la actual administración, que dice enarbolar la bandera de la lucha contra la corrupción, hermana siamesa de la opacidad, haya emprendido con la misma ferocidad reservada para los opositores al régimen, una guerra a muerte contra el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), un órgano autónomo con un mandato constitucional para garantizar que cualquier autoridad en el ámbito federal, partidos políticos, fideicomisos, sindicatos, en fin, todo aquél que realice actos de autoridad o ejerza recursos públicos, entregue a cualquier ciudadano que lo solicite, más allá de cualquier cuestionamiento, la información que necesite saber, sin importar su filiación política, sus creencias e incluso el uso que se le vaya a dar. Justamente el INAI ha sido uno de los grandes aliados en el desarrollo del periodismo de investigación que ha revelado en múltiples ocasiones los abusos del poder como el ya mencionado en la primera parte de esta columna.

Ya pasó más de un mes de que el INAI no puede dar curso a las demandas ciudadanas y no puede hacerlo porque no cuenta con los comisionados suficientes para sesionar. El presidente de la República en contubernio con el partido oficial, en un acto de autoritarismo más que de autoridad, rechazó a los dos candidatos que habían sido propuestos por el Senado que desde entonces, y pese a la relevancia que tiene el órgano en la rendición de cuentas, no se ha dignado en reponer las propuestas, claro, hay que mencionar que entremedio se encuentra la mano del mandatario, quien sin ningún recato instruyó públicamente a los legisladores de Morena a desaparecer al INAI, así como dirían, por sus pistolas.

Bajo estás condiciones, los comisionados, encabezados por su presidenta Blanca Lilia Ibarra, más que una cruzada, han emprendido una peregrinación buscando el apoyo de una sociedad que por momentos se muestra ciega a los afanes autoritarios y a las consecuencias que la inacción en este momento pudiera tener para las futuras generaciones: la idea central es que el órgano no trabaja para el poder público sino para la gente. Bajo este esquema tendríamos que ser nosotros quienes defendiéramos a esta institución que no forma parte de ninguno de los órganos de gobierno, sino que nos pertenece a nosotros, a los ciudadanos.

El martes pasado, en la Ciudad de México, la jueza Celia Quintero ordenó al Senado nombrar a los tres comisionados pendientes para ocupar el mismo número de vacantes en el INAI y fijó: “En un plazo de 48 horas, acredite de manera efectiva y sin evasivas que han dado cumplimiento a los extremos de la suspensión definitiva concedida a favor de la parte quejosa”. De no cumplir con la orden el Senado podría recibir una multa de 5 mil 187 pesos. Muertos de la risa han de estar los legisladores, porque ni siquiera pagarían esta suma de su bolsa.

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