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Una “aldeana” política exterior

by El Consejero

Por increíble que parezca, el presidente Andrés Manuel López Obrador lo volvió a hacer. Por segunda vez el mandatario le hará el desaire a su par estadounidense, Joe Biden, quien le había extendido una invitación a participar, como miembro activo, en la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) a realizarse en San Francisco, California, del 15 al 17 de noviembre.

Como ocurrió durante la IX Cumbre de las Américas celebrada el año pasado en Los Ángeles, cuando el presidente vinculó su inasistencia al hecho de que no se hubiera invitado a Daniel Ortega, Nicolás Maduro o Miguel Díaz-Canel por encarnar liderazgos dictatoriales, la razón esgrimida para ausentarse en esta ocasión rebasa cualquier lógica: “No voy a asistir a la cumbre de San Francisco, porque no tenemos relaciones con Perú”.

Bajo este argumento, la famosa Doctrina Estrada queda reducida a una caricatura en la que nuestro país no sólo pretende intervenir en la política interna de un tercero, sino que permite que lo que ocurre en este (en este caso Perú), determine las acciones de nuestro presidente, quien con su decisión incumple su sagrado deber de defender los intereses nacionales en un foro tan importante como lo es la Cumbre de APEC.

Durante los últimos años hemos visto como una política exterior de altos vuelos, con gran proyección en el panorama global, se ha ido convirtiendo en una política aldeana, en donde más que defender los intereses de la nación se vincula a las filias y fobias del presidente. Se aprecia diáfanamente, ya que en esta oportunidad no se trata de un evento político como la ya mencionada Cumbre de las Américas, sino de un acontecimiento netamente económico al que no sólo asiste Perú, también hay participación de grandes potencias como Estados Unidos y Canadá, socios de México en el T-MEC; China, Japón y Corea, por mencionar solo algunos de los 21 países que integran al grupo.

Durante la Cumbre de la APEC se habrán de discutir temas tan relevantes como la transición energética; alternativas y energías renovables; adaptación y mitigación del cambio climático; financiamiento y esfuerzos en materia de sustentabilidad y políticas comerciales sustentables. Mientras los líderes mundiales estarán sentados en una misma mesa definiendo el futuro global, aquí seguiremos preocupados porque Perú, en el marco de sus leyes, destituyó al presidente Pedro Castillo por extralimitarse en sus funciones intentando disolver al congreso y quebrantando así la constitución.

No es la mejor idea desairar al presidente de un país vecino y menos cuando se trata de nuestro principal socio comercial, habrá que esperar sus reacciones en los próximos días y semanas. Eso sí, hay que decir a favor de López Obrador que le ofreció un premio de consolación a Joe Biden a saber: un viaje en el tren maya; o su presencia en la construcción de algún proyecto, como la planta de licuefacción en Altamira que construye New Fortress Energy. Incluso estaría dispuesto a visitarlo en Washington, pero de San Francisco, eso si, ni hablar.

García Harfuch: todo lo que denosta AMLO

La falta de personajes con potencial electoral en la Ciudad de México, y el triunfo de Claudia Sheinbaum -quien respalda a su exsecretario-, han llevado a Morena a tener como su principal carta para conservar la jefatura de Gobierno a Omar García Harfuch, una persona que representa casi todo lo que denosta Andrés Manuel López Obrador del anterior régimen.

Tan no tiene militancia en Morena -lo cual puede favorecerle-, que en la elección del 2018 su lugar no fue del lado de Juntos Haremos Historia, sino que era titular de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de la entonces Procuraduría General de la República, de donde salió por su mala relación con Alejandro Gertz.

Formado en la Policía Federal, aquella corporación policial corrupta, a decir de AMLO, y de la que el Ejército se ha encargado de que no queden rastros, empezando por los policías federales que, paradójicamente, muchos de ellos migraron a la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la CDMX, gracias a García Harfuch, y por los que Claudia Sheinbaum presume resultados en materia de seguridad cuando fue jefa de Gobierno.

Infructuosamente, se le ha querido relacionar con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, o con quien fuera secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, hoy culpable de narcotráfico y delincuencia organizada en Estados Unidos, en lo que se ha regodeado el presidente para atacar a Felipe Calderón. Por el estigma de haber trabajado en la PF de García Luna, aunque como García Harfuch no fueran del círculo cercano, muchos han perdido su trabajo o no lo consiguen. Por el contrario, el hijo de Javier García Paniagua, está apunto de ser postulado a jefe de Gobierno de la Ciudad de México por Morena.

Sheinbaum no quiere que se repita el descalabro en la Ciudad de México en las elecciones de 2021, arriesgándose a perder la jefatura de Gobierno con perfiles partidistas pero sin arrastre en una ciudad cada vez más gentrificada, donde ya no basta tener grupos clientelares o bastiones poblados como Iztapalapa. Ante la falta de equipo propio -ni modo que conforme un gabinete de policías-, y sin simpatías en el partido, la candidatura de Omar García llegará con muchos compromisos con los desplazados y acuerpado por su jefa.

Para Sheinbaum no será fácil, pues está obligada a sacar a flote la candidatura de García Harfuch, pues lo contrario se interpretaría como debilidad, y los inconformes lo saben. Por lo pronto, los primeros en bajarse fueron Ricardo Monreal y Cuauhtémoc Blanco, en veremos está Mario Delgado. Clara Brugada dice que va, ¿le alcanzará con curul en el Senado?

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