Aumenta uso de tarjetas de crédito
Los lugares donde es más recurrente el pago con tarjeta de crédito son los restaurantes, gasolineras, misceláneas, tiendas departamentales y pagos gubernamentales.
125 mil 816 millones de pesos fue lo que gastaron los usuarios de tarjetas de crédito en septiembre pasado, un 22.9% más que en el mismo mes de 2021, de acuerdo a la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), presidida por Oscar Rosado Jiménez.
Lo que es más, en lo que va del año, los pagos con los plásticos han alcanzado un billón 94 mil 389 millones de pesos, 57.3% más que el mismo periodo del año pasado.
La principal causa del incremento en el uso de los plásticos es atribuible a la inflación. En septiembre la inflación fue de 8.7%, el nivel más alto para un mes igual en los últimos 22 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
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Con el deterioro del poder adquisitivo, las personas recurren a recursos como las tarjetas de crédito para la compra de insumos básicos. Los lugares donde es más recurrente el pago con tarjeta de crédito son los restaurantes, gasolineras, misceláneas, tiendas departamentales y pagos gubernamentales.
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Otros factores a considerar son el mayor número de comercios que ya cuentan con terminales para pagos mediante tarjeta, como las misceláneas, y el mayor uso del comercio en línea, lo cual ha exponenciado el uso de tarjetas de crédito y sus versiones digitales.
Solamente la procesadora de pagos Prosa, dirigida por Salvador Espinosa, atiende a más de 60 millones de tarjetahabientes que generan al año más de 5 mil 500 millones de transacciones.
Ya en picada antes de despegar
Probablemente Guacamaya Leaks le haya hecho un favor a las Fuerzas armadas al revelar su plan de crear una línea aérea comercial para cubrir las rutas que actualmente se encuentran abandonadas (ergo las menos rentables) y para las cuales, presuntamente, hay consumidores que así lo requieren.
A partir de ese momento han surgido de la pluma de expertos y analistas, decenas de páginas en donde se explica el porqué no es viable el proyecto.
De entrada, no se contemplan recursos en el paquete presupuestario para el 2023, por lo que más allá de las buenas intenciones no habría dinero para su creación hasta el 2024 ya en el ocaso del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
En segundo lugar, no existe un modelo de negocio rentable ni la experiencia requerida en una industria muy complicada como es la aviación y en la que ya han fracasado muchos empresarios, más en un mercado que está muy lejos de recuperarse tras la pandemia de Covid-19.
El ejemplo más reciente es el de Interjet que dejó de operar en 2020, sumando un adeudo de 40 mil millones de pesos, aunque el caso más emblemático quizá sea el de Mexicana de Aviación, empresa que tras casi 90 años de vida, la tercera más antigua en el mundo, se declaró en quiebra en 2010 dejando en la calle a sus 8 mil 500 empleados.
En tercer lugar, la regulación internacional hace incompatibles las actividades militares con las civiles. Específicamente el Convenio de Chicago firmado por 54 naciones, tras la segunda guerra mundial, hace hincapié en que las aeronaves en posesión de las fuerzas armadas son militares independientemente del uso que se les dé, vamos ni siquiera pueden cohabitar en la misma región del espacio aéreo.
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Finalmente, la Ley de Aeropuertos, en su artículo 29, prohíbe que concesionarios de líneas aéreas operen aeropuertos y viceversa, debido a que esto atenta contra la libre competencia, esto último no será obstáculo.
Sabido es que cuando la ley no se ajusta a los deseos presidenciales el Congreso se muestra presto a cambiar la ley, por eso Enrique Castañeda, legislador del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), sin ningún conocimiento en el ramo, tuvo la osadía de presentar una iniciativa que anula un candado que impide a los dueños de los aeropuertos negar el acceso a aeronaves que consideren de su competencia.
El diputado, además pide que se revoque la concesión a las empresas que excedan el número de boletos emitidos que no correspondan a los lugares disponibles.
Un mal negocio por donde se le mire. Pero mal negocio ha sido Pemex y la CFE y sin embargo por ahí se sigue fugando el dinero de los mexicanos. En los próximos meses ya se verá si al final imperó la razón o el capricho volvió a cobrar su botín.