El gran desgaste: renuncia en México
Las cifras son más que reveladoras, cuatro de cada diez trabajadores estarían dispuestos a renunciar en los próximos seis meses y 23% más piensa que lo haría en el lapso de un año.
Hace unos cuantos días OCC Mundial, plataforma de bolsa de trabajo y referente en materia laboral, en concordancia con la empresa de inteligencia y opinión, GDV Group, y la consultora estratégica multidisciplinaria, Grupo Azimuth, presentaron un interesante estudio que analiza el fenómeno del desgaste y el impacto que este tiene en la determinación de un profesional para renunciar a su empleo, en el marco de una pandemia de covid-19 que si bien desde el punto de vista sanitario parece estar bajo control, sus secuelas en lo emocional y en las modificaciones en las formas de trabajar se encuentran en permanente cambio.
El estudio titulado “El Gran Desgaste: Renuncia en México”, fue realizado sobre un universo de mil 303 trabajadores y quienes buscan un puesto laboral en 158 empresas.
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La publicación tiene la virtud de mostrar la visión tanto de empleados como de empleadores y es muy reveladora de las necesidades tanto laborales, como afectivas que privan hoy entre los asalariados quienes ven en la falta de reconocimiento; la monotonía; las pocas oportunidades; el ser asignados a actividades a las que fueron contratados; y al exceso de trabajo, una razón para abandonar su empleo.
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Las cifras son más que reveladoras, cuatro de cada diez trabajadores estarían dispuestos a renunciar en los próximos seis meses y 23% más piensa que lo haría en el lapso de un año.
La insatisfacción, cita el estudio, deriva en renuncia, sin embargo, la satisfacción no garantiza la retención ya que 32% de los colaboradores satisfechos o muy satisfechos no dudarían en decirle adiós a su empresa. De acuerdo a los resultados de la encuesta, los principales motivadores para que los empleados se sientan estimulados a permanecer en su organización son: la capacitación; un buen clima laboral; incremento salarial; y bonos e incentivos.
Las organizaciones participantes señalaron que el número de renuncias se ha incrementado entre 15% y 23% en comparación a los niveles presentados previos a la pandemia, y las empresas que presentan mayor movilidad laboral son las de servicios financieros, reclutamiento y salud y belleza, siendo las de mayor tamaño las más afectadas. Solo 51% de ellas tiene estrategias de retención que se centran en otorgar incentivos y bonos, reconocimientos y planes de carrera.
El éxodo venezolano
Actualmente, hay más de 7 millones de venezolanos refugiados en otros países, de los cuales alrededor de 2.5 millones se encuentran en Colombia y 1.5 millones en Perú, países vecinos.
Asimismo, se estima que Estados Unidos ha recibido 545 mil, mientras España 438 mil. Sin embargo, el éxodo de aquel país se ha incrementado exponencialmente este año.
En agosto pasado, la venezolana se ubicó como la segunda nacionalidad con mayor número de migrantes ilegales asegurados por la patrulla fronteriza en Estados Unidos, después de los mexicanos, y superando a hondureños y guatemaltecos.
En México, de enero a agosto de este año, fueron asegurados 35 mil 562 migrantes venezolanos, un incremento de 2,939% respecto al mismo periodo del 2021, y ubicándose como la tercera nacionalidad de la que más migrantes ilegales ha asegurado el Instituto Nacional de Migración.
Con este escenario, hace unos días se volvió a dar una de esas negociaciones desiguales, en las que el canciller Marcelo Ebrard acordó con el secretario de Estado, Antony Blinken, que el territorio mexicano se convierta en un “tercer país seguro” y reciba a miles de venezolanos expulsados del territorio estadunidense. Apenas anunciado el acuerdo, miles de sudamericanos comenzaron a llegar a ciudades fronterizas de México y de ahí trasladados a otras partes del interior de la República, incluida la capital del país.
Posteriormente, resultado de la llamada telefónica entre los presidentes López Obrador y Joe Biden, se informó que Estados Unidos autorizó 40 mil visas de trabajo destinadas para mexicanos, 24 mil visas para ciudadanos venezolanos y 25 mil para ciudadanos de diversos países de Centroamérica.
Desafortunadamente hay muchos peros para que los venezolanos obtengan una de estas visas, pues les solicitan que lleguen por vía área y con pasaporte.
La estancia legal en México también tiene obstáculos, pues se solicita haber ingresado legalmente, aunado a que nuestro país le pide visa a los venezolanos desde este año, no moverse en caravana, entre otros requisitos que sirven de embudo.
La administración de Biden no ha podido desarrollar una política migratoria diferente a la de Trump, agravándose ante el uso político que de ello han hecho gobernadores fronterizos, como el de Texas, optando por medidas reactivas a corto plazo, y desplazando sus fronteras a las del sur de México.
Mientras tanto, los factores de riesgo para los migrantes en general aumentan. Su exposición a peligros naturales por los territorios inhóspitos por donde cruzan son los menos ante los riesgos que corren a manos del crimen organizado y todas sus variantes como traficantes, tratantes, narcotraficantes, secuestradores; así como ser víctimas de otros delitos como violaciones y robo.
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Para nuestro país el costo de servir de “tercer país seguro” sigue siendo muy alto, a pesar de las visas o posibles acuerdos paralelos, como supuestamente aplazar la solicitud de paneles en el marco del T-MEC, según versiones sin confirmar. México está destinando muchos recursos humanos, económicos y logísticos costosos y notoriamente insuficientes.
No se trata sólo de venezolanos, también de centroamericanos y haitianos. Si el flujo migratorio irregular continúa a los mismos ritmos, México y Centroamérica requerirán ayuda humanitaria urgente para atender a los migrantes ilegales quienes, hay que recordar, no están cometiendo un delito por serlo, a lo mucho es un falta administrativa en México.