¿Sabías que el Cáncer de Mama es la enfermedad que se considera como la principal causa de muerte de las mujeres a nivel mundial? Me pareció un dato alarmante pero ahora que lo pienso le encuentro mucho sentido y saben ¿por qué? Como mujeres, nuestra sociedad se ha encargado de controlar nuestra esencia femenina, de escondernos en un patriarcado y de acallar nuestra voz y nuestro poder interno. Nuestro cuerpo, siendo regido por energía, se siente reprimido y no tiene más remedio que dejar entrar a esta enfermedad silenciosa que sin previo aviso se apodera de nuestra feminidad, de nuestras fuerzas y de nuestra salud. Sigilosamente empieza a crear caos en nuestro interior reflejo del caos externo que seguramente vivimos en nuestro día a día. De pronto nos encontramos perdidas en la angustia de porque a mí, aterradas de pensar que este visitante silencioso podría ser la causa de nuestra muerte.
Este mes, octubre, se considera como el “mes rosa” que nos recuerda que cualquier mujer puede ser vulnerable de padecer esta enfermedad: cáncer de mama. Y en mi experiencia, al perder a mi hijo Alexis de 3 años de un cáncer llamado Rhabdomyosarcoma, que principalmente ataca a niños pequeños, me desperté un día siendo guiada por él a transitar el camino de la sanación con energía, a ver la luz para poder evolucionar mi consciencia y entender que lo que más nos enferma es el bloqueo de emociones y resistencia al miedo. Con estas poderosas lecciones me atrevo a escribir que el cáncer de mama es un verdugo silencioso que va creciendo dentro de nosotras porque nuestra voz, nuestra esencia ha sido silenciada por siglos, incluso milenios. Es una enfermedad que se desarrolla en aquellas mujeres que tienen miedo a expresar su verdad. Aquellas mujeres que se sienten reprimidas y por miedo o tradición, no levantan la voz para ser escuchadas, para ponerse a ellas mismas primero, para amarse a ellas mismas primero.
Como buenas mujeres mexicanas, solemos poner a todos primero que, a nosotras, esposos, hijos, padres, amigos, pero ¿y nosotras donde quedamos? ¿Por qué tenemos que sacrificar todo lo que somos, lo que queremos, lo que necesitamos para complacer a los demás? ¿Por qué la sociedad nos ha enseñado a callar nuestra esencia? ¿A esconderla en lo más profundo de nuestra alma y olvidarnos de nosotras? Pero nuestro cuerpo no lo olvida.
Si un día te despiertas y encuentras una bolita en tu seno, es el recordatorio de tu cuerpo para que lo escuches y empieces a levantar la voz. Para que saques a la guerrera que duerme dentro y empieces por conocerte a ti misma. Para que empieces a tener compasión por tu pasado, despertar a la belleza de tu presente y recibir con amor y agradecimiento tu futuro.
No dejes que esta enfermedad te silencie más, te aterre y te lleve a temer tu muerte. Tú eres la única que puede decidir expresar quién eres. Tú puedes decidir ya no esperar a que el otro te quiera para quererte a ti misma, para sentirte libre y disfrutar de la belleza de tu feminidad, de tu cuerpo. Tú eres feminidad divina, sagrada, creadora de milagros al engendrar vida en tu vientre. Reconócelo, reconócete y así acepta tu realidad, abraza tu esencia y estoy segura, que el cáncer de mama no visitará tu templo. Y si por alguna razón lo visita, escúchalo porque es el llamado de atención de tu alma para despertar a tu belleza divina.
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