En una acción que pretende ser audaz, el presidente Andrés Manuel López Obrador busca engarzar su proyecto estatista al siguiente sexenio con obras inconclusas, dando por hecho que su sucesora será Claudia Sheinbaum y que ella será la responsable de terminar las tareas por él impuestas, por lo que el tan cacareado retiro a su rancho de Palenque, al finalizar su mandato, sería tan solo un es-pejismo.
El pasado 20 de noviembre, el presidente lanzó prácticamente un ultimátum para que las empresas concesionarias de la red ferroviaria presentaran propuestas para participar en siete rutas de trenes de pasajeros, bajo el argumento de ser un área prioritaria para el desarrollo nacional, aclarando que no se trata de una expropiación sino del uso que, de acuerdo a la Constitución, tiene el Estado mexicano para el beneficio público.
Los trenes van o van, eso sí, les garantizó a las concesionarias de las vías, siendo las más importantes Ferromex y Canadian Pacific Kansas City, el derecho a levantar primero la mano, dejando abierta la posibilidad de que si las propuestas no fueran viables los títulos de asignación (¿y porqué no?), podrían ser otorgados a la Secretaría de la Defensa Nacional o a la Secretaría de Marina.
El martes la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes anunció, sin dar detalles de los proyectos ni nombres de las empresas postulantes, que ya tenía sobre el escritorio cinco propuestas que buscan revivir un medio de transporte que, más allá de su función social, ha demostrado muy poca viabilidad económica como lo reflejan las experiencias en otras latitudes en donde solamente en Japón los trenes son auto financiables, por lo que a los proyectos fallidos como el Tren Maya, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), y la refinería Olmeca terminaría por sumarse éste con altos costos para los mexicanos que sí pagamos nuestros impuestos o dejaría en herencia una mayor deuda sobre la espalda de muchas generaciones de mexicanos.
No hay que olvidar que estamos en la temporada sexenal de las promesas y que la Cuarta Transformación busca con saliva perpetuar un movimiento que esta muy lejos de todo aquello, que más allá del dinero repartido en grandes cantidades, ofreció a los mexicanos que seguimos padeciendo la violencia incontenible por parte de los grupos delincuenciales; un precario sistema de salud, pese a la creación de una utópica megafarmacia, o una administración dizque incorruptible que brilla por su opacidad al grado que hace meses ya que el presidente no saca su pañuelo blanco para jactarse de haber terminado con uno de los lastres que fueron su bandera de campaña.
Dejar los proyectos a la mitad es peligroso, y dar por hecho un triunfo electoral lo es aún más y eso el presidente lo sabe perfectamente. Una de las primeras decisiones a su llegada al poder fue cancelar la construcción del que hubiera sido el hub aeroportuario más importante de América Latina, nada más como una muestra de poder, de imposición de una ideología. No hay nada seguro, pero al presidente le gusta apostar con dinero ajeno.
Termina round de precampañas
Este jueves oficialmente es el último día del periodo de precampañas y empieza un incomprensible periodo de intercampañas, hasta arrancar formalmente el 1º de marzo. Lo cierto es que, desde hace medio año, con sus matices y diferencias, estamos en campaña y el único que arranca tarde porque no había de otra es el candidato presidencial emecista, pues tanto Xóchitl Gálvez y no se diga Claudia Sheinbaum, llevan ya meses, y años de ventaja, en el caso de la exjefa de Gobierno.
Han pasado meses de bombardeo de encuestas con amplias ventajas para la abanderada de Morena y cobertura favorable de varios medios -de ésas que ni AMLO tuvo en su mejor momento de candidato presidencial-, queriendo generar la percepción de que ya está cantada la victoria, fomentar el abstencionismo resignado o que los votantes se sumen a la ganadora. Una buena estrategia, pero que tiene un límite.
Este domingo, en su cierre de campaña y en lo que va de la semana, Xóchitl Gálvez dio un discurso bien estructurado -destacando los temas de la inseguridad y la salud, por las muertes por covid-, y ha lanzado ataques certeros a Sheinbaum, tomando la iniciativa, al plantearle debatir este jueves, lo cual no sucederá. La reacción de la de Morena fue errática, pues se dio un balazo en el pie al sacar a colación a García Luna, revirándole Gálvez que le pregunte a García Harfuch. Para colmo, Sheinbaum ya se dio cuenta que necesita a una vocera de su vocera, Tatiana Clouthier, quien piensa más en cuidarse a ella que a su candidata. Y nuevamente, el presidente salió al rescate de su favorita.
Y mientras Claudia evade y Xóchitl quiere debate para cerrar la brecha, a Jorge Álvarez Máynez le urge debatir para que lo conozcan y pide trece debates. Suena la campana y viene el nebuloso periodo de intercampañas, que es como un medio tiempo anticlimático, pero que da margen para los ajustes definitivos de estrategias y de integrantes de cada equipo.
Aun con mayoría en las encuestas, la elección no está decidida, máxime que el presidente quiere no sólo la Presidencia, sino la mayoría absoluta en el Congreso, algo que sólo ha pasado en sus primeros tres años de gobierno y no sucedía desde el sexenio de Carlos Salinas.
El próximo viernes el Consejo general del INE votará la propuesta de tres debates entre los candidatos presidenciales; en el primero la asistencia es opcional y los restantes obligatoria, todos en la Ciudad de México: 7 de abril, en la sede del Instituto; 28 de abril, Estudios Churubusco; y el 19 de mayo, por definir sede. Probablemente haya cambios, pero lo seguro es que sean tres encuentros, y que los tres aspirantes lleguen en circunstancias diferentes.