Podrá culparse a la pandemia, a los conservadores o a instituciones hegemónicas, pero el hecho es que la educación en México se mantuvo estancada durante los últimos 10 años y muestra retrocesos en comparación con lo ocurrido hace 20, de acuerdo a los resultados de la prueba PISA elaborada por la Organización para la Cooperación o Desarrollo Económico (OCDE) y aplicada a estudiantes de 15 años, dados a conocer este martes.
La prueba en cuestión se centra en tres grandes temas, matemáticas, lectura y ciencia, que evalúan la capacidad de los alumnos para poner en práctica sus conocimientos en problemas cotidianos y de comprensión del mundo que los rodea.
A groso modo, PISA fija seis niveles de competencia donde 1 es el más bajo y 6 el más alto. En nuestro país apenas la tercera parte de los estudiantes fue capaz de superar el primer nivel en matemáticas, lo que significa tener la capacidad de interpretar, sin instrucciones directas, como representar una situación tan simple como comparar distancias a través de rutas alterativas o ajustar precios de una moneda a otra distinta.
En lectura la situación no es mejor. Únicamente el 1 por ciento de los educandos alcanza el nivel 5 mientras que el promedio que registran los países de la OCDE es de 5 por ciento, aunque en ese renglón 53 por ciento de a quienes se les aplicaron los exámenes superó el nivel 1.
La ciencia es otra de las patas de donde estamos “cojeando”, menos de la mitad de los estudiantes de 15 años en nuestro país es incapaz de dar una explicación acertada de los fenómenos científicos más básicos y a partir de la observación y análisis de ellos sacar conclusiones válidas.
Las fallas tanto en los programas educativos como en la forma en que se aplican, no alejados de los prejuicios, quedan en evidencia; los niños superan a las niñas cuando hablamos de matemáticas, mientras que cuando el tema es la lectura ocurre lo contrario.
Es cierto que la pandemia afectó las formas de estudio, como también es cierto que el sistema educativo mostró poca resiliencia producto de la falta de recursos tecnológicos particularmente en las escuelas públicas. Es innegable también que el sistema venía declinando desde el inicio de la actual administración en donde la Secretaría de Educación Pública ha cambiado de titular en tres ocasiones. Primero Esteban Moctezuma, cuya experiencia en la materia era haberse desempeñado como oficial mayor entre 1992 y 1994; seguido de Delfina Gómez, ella sí con estudios pedagógicos pero siempre ocupando puestos políticos ajenos al tema; actualmente la titular es Leticia Ramírez, con experiencia en atención ciudadana, muy alejada de lo que los alumnos y docentes necesitan.
El futuro para los estudiantes mexicanos se encuentra hoy más que nunca nebuloso, con una educación que privilegia más la ideologización para imponer un nuevo modelo político que para el desarrollo personal de los alumnos.
La prueba PISA se realiza cada tres años, en esta ocasión se demoró uno más debido a la pandemia.
Encuestas: la popularidad que ni AMLO tiene
Incluso antes de que se iniciaran las campañas que no eran campañas para definir al llamado coordinador de los comités de defensa de la Cuarta Transformación, ya había empezado el bombardeo de encuestas en la mayoría de las cuales aparecía Claudia Sheinbaum arriba de Marcelo Ebrard, o las que presentaban escenarios contra Santiago Creel y Enrique de la Madrid.
A mediados de año irrumpió Xóchitl Gálvez y fue necesaria su inclusión en los sondeos, lo cual generó preocupación en Palacio Nacional, la cual fue evidente con los ataques del presidente a la senadora, quien se volvió el principal promotor de su candidatura.
Siendo tan afectos al uso de encuestas para sus campañas, tanto Morena como la alianza opositora desconfiaban de la elección de candidatos a través de ese mecanismo por los riesgos de injerencia de los partidos para favorecer al rival más débil. La dirigencia del partido oficial blindó la metodología y zonas de muestreo, con un resultado donde la mayor sorpresa fue el tercer lugar de Gerardo Fernández Noroña; mientras que la oposición de plano hizo declinar a sus aspirantes y canceló las encuestas para no correr el riesgo de entramparse sin haber llegado a la competencia formal.
Ahora, nuevamente como antes de que iniciara la no-campaña interna de Morena, o durante la campaña del Estado de México, volvemos a la batería de encuestas donde ahora Claudia Sheinbaum acumula preferencias electorales de casi el 50% o más, con una diferencia respecto a Xóchitl Gálvez de 20 puntos o más. Una diferencia de popularidad que no se le llegó a ver a Andrés Manuel López Obrador respecto a sus rivales en las encuestas del 2018, con todo y su triunfo arrollador y sus tres campañas a cuestas.
No sólo eso. Según el estudio de opinión que se vea, resulta que Samuel García ya estaba en segundo lugar o a menos de diez puntos de alcanzar a Xóchitl Gálvez, lo cual resulta hilarante.
Si es que alguna lo tuvo, todas las encuestas de fines de noviembre y de principios de diciembre han perdido valor ante la reciente salida de Samuel García de la contienda. Y así como el vergonzoso espectáculo político de Nuevo León que evidenció a su gobernador, falta mucho por ver de parte de todos los bandos, desde ver que se mantenga esa elevada como inexplicable popularidad de Sheinbaum, como ver que la alianza y Xóchitl armen una campaña que saque a votar a inconformes e indecisos y pueda romper la elección de Estado que viene; y hasta ver qué pasa con Movimiento Ciudadano, donde ya no sería sorpresa que lanzaran a Roberto Palazuelos como candidato presidencial con tal de rescatar algo de lo que ya se ve perdido. Y falta ver los cisnes negros que nunca faltan en la política.
Lo cierto es que Xóchitl sigue bajo el fuego de dos narrativas: una, de que su campaña no prende, y dos, del triunfo inevitable de Sheinbaum… según las encuestas.