Sin aún haber iniciado su mandato, Claudia Sheinbaum ya envío tres iniciativas para que, de manera indirecta, sean remitidas al Congreso para su discusión durante el todavía sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Las tres son promesas de campaña, lo cual habla de las buenas intenciones de la mandataria electa al cumplir con sus compromisos, pero demuestran que no tiene idea de que las arcas de la nación se encuentran muy lejos de estar boyantes.
Dos de las tres iniciativas presentadas requieren de grandes cantidades de recursos. La primera de ellas busca expandir el programa de becas universales en escuelas públicas extendiéndolas hasta secundaria lo cual implica una reforma al artículo cuarto constitucional. La segunda, pretende otorgar pensiones a mujeres que se encuentren en el rango de los 60 a los 64 años en espera de que reciban la pensión para adultos mayores.
Ambos representan costos financieros extremadamente altos para un país que termina el sexenio con un déficit presupuestal de 6% respecto del producto interno bruto y que no se puede seguir dando el lujo de repartir más dinero a costa de sacrificar la inversión en infraestructura, en educación, en salud y en tantas otras necesidades para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, más allá de un dinero que únicamente resuelve sus necesidades más inmediatas.
La presidenta electa dice tenerlo todo resuelto, incluso se aventura a decir que para el presupuesto de 2025 habrá de reducir el déficit hasta 3 o 3.5%, asegura que los fondos alcanzan para todos los programas sociales y estima un incremento equivalente a la tasa de inflación, habrá de ser suficiente también para construir viviendas, carreteras y así una larga lista de acciones de gobierno que más parecen una carta de buenos deseos. Habremos de esperar aún cómo habrá de dispersar los recursos porque así “platicadito” todo suena más fácil.
La tercera iniciativa, sin ser más costosa no está exenta de polémica, y es que luego de décadas de lucha para que se aprobara la relección legislativa y en los municipios, Sheinbaum pretende eliminarla de un plumazo. Su propuesta permitiría la reelección de los suplentes que no hubieran asumido en ningún momento el cargo e incluso permitiría la reelección no consecutiva, sin embargo, no está dispuesta a hacer más concesiones. Habrá que ver hasta qué punto está dispuesta a aprobar esta modificación la bancada morenista que está dispuesta a todo menos a ceder lo que consideran derechos ya ganados.
Copa América y Eurocopa, asistencia a estadios
Para los aficionados al futbol, estos son días de disfrute de dos torneos internacionales: la Eurocopa y la Copa América, con Alemania y Estados Unidos respectivamente, este último país que tuvo el honor de organizar la llamada Copa América Centenario en 2016.
Como es sabido, la Copa América corresponde a la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), pero el dinero manda, y desde 1993 participan como invitadas selecciones nacionales de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf), e incluso de países de fuera del continente, como el caso de Qatar en 2019.
Para los países organizadores del Mundial 2026 hay dos preocupaciones: el nivel de sus selecciones y la asistencia a los estadios. De lo primero abundan los análisis de las actuaciones decepcionantes de los seleccionados estadounidense y mexicano, y una actuación decorosa de los canadienses. Sin embargo, los estadios semivacíos en la Copa América prenden alertas.
El problema empieza por la asistencia a los partidos de la selección local. De acuerdo a la agencia Reuters que aborda el tema, en el partido de debut contra Bolivia en el estadio AT&T, casa de los vaqueros de Dallas, con capacidad de 80 mil personas, hubo menos de 48 mil. Asistencias bajas también se dieron en sus siguientes dos partidos en el Mercedes-Benz Stadium, en Atlanta, y el Arrowhead Stadium, en Kansas City, todos sedes mundialistas. Argentina, México, Brasil y Colombia, en ese orden, llevaron más gente a los estadios que la selección de Estados Unidos.
Independientemente de que hay más afición a otros deportes en la Unión Americana, el soccer -como lo diferencian del futbol americano-, ha crecido y tiene una afición importante. Los estadios semivacíos no son por apatía, pues el último partido de la selección estadounidense contra Uruguay tuvo índices de audiencia récord para un partido de fútbol que no es de la Copa del Mundo.
Por el contrario, la Eurocopa registra estadios llenos, con promedios de 50 mil asistentes. Hay dos elementos claves: precios de boletos y distancias. En la copa europea, la UEFA se encarga de la venta de boletos. Para el partido de cuartos de final entre Alemania y España, se podían conseguir entradas por 65 dólares. Por otra parte, las distancias y las vías de comunicación en Europa facilita el traslado de los fanáticos de todos los países por vía terrestre.
En la Copa América, la venta de entradas corre a cargo de Ticketmaster y SeatGreek, con boletos de mínimo 110 dólares, si es que se consiguen en las boleteras. El otro factor son las distancias, que hace prácticamente obligado volar en avión dentro de Estados Unidos para quienes quieran seguir a sus seleccionados. Pensando en la Copa del Mundo de 2026, el éxito estará en las audiencias por televisión, pero la asistencia a los estadios, máxime con selecciones anfitrionas con bajo nivel, pinta que dejará mucho que desear.
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