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AMLO ante su trascendencia

por El Consejero

Se avecina un momento histórico muy peculiar en la historia de nuestro país. Esto a lo que los analistas llaman eufemísticamente “ventana” y que los gurús del management aumentan y califican como “de oportunidad”.

La realidad es que durante septiembre, y por única vez, el presidente López Obrador contará con la mayoría absoluta en el Congreso, lo que le permitiría hacer y deshacer con las reformas constitucionales que no había podido complementar durante su sexenio.

Por si fuera poco, las reformas significarían el inicio de una nueva administración, que podría cargar con esa cruz durante seis años enteros. O sea, su independencia o vasallaje.

Obsesionado por su trascendencia en el tiempo, y abrumado por las condiciones del país, López Obrador cree que del voto del pueblo lo reivindica. Y no se equivoca; sin embargo, sí pierde de vista que el paso del tiempo lo puede convertir en héroe o en villano, dependiendo de quién sea el que gobierne en el futuro.

Más habría de importarle al presidente en qué condiciones de operatividad y de expectativas de desarrollo dejará a la siguiente administración, pues si ésta fracasa será en gran medida su responsabilidad.

No hay que perder de vista lo más importante en la coyuntura, mantener la estabilidad financiera, sin perder el grado de inversión. De otra manera, podría convertir su terquedad en mausoleo.

Reformas, dólar…

Ni asustarse ni espantarse por las fluctuaciones en el tipo de cambio o en la bolsa de valores, coincidieron cada quien por su lado, Julio Carranza, presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM), y Marcos Martínez Gavica, presidente del Consejo de Administración del Grupo Bolsa Mexicana de Valores (BMV). La volatilidad es poca y hay solidez macroeconómica, argumentaron los ejecutivos.

Más que el índice de cotizaciones de la Bolsa -la cual lleva siete años sin enlistar nuevas empresas y sí viendo la salida de varias-, la atención se centra en la depreciación del peso frente al dólar, con comparativos que remontan… a la pandemia de covid. Y es que,en la historia del México contemporáneo, devaluaciones fueron las que se vieron con el “error de diciembre” de 1994, con una caída de 300% del peso frente al dólar, o de más de 4000% en el sexenio de Miguel de la Madrid. Lo que estamos viendo en términos llanos es apenas una fluctuación que ha rondado el 2%.

Hay otras señales positivas, como la ratificación de Rogelio Ramírez de la O como secretario de Hacienda, o las declaraciones de la gobernadora del Banco de México, Victoria Rodríguez, respecto a que el organismo autónomo podría intervenir en caso necesario. Asimismo, están los sectores beneficiados con la depreciación moderada, como los exportadores y las remesas.

Lo que es más, aún cuando el presidente López Obrador envié las 18 reformas al Congreso, no se verá un escenario extremo de devaluación o salida de capitales. Cuando sí pueden haber reacciones es en los términos se aprueben las reformas.

Sin embargo, tanto López Obrador como Claudia Sheinbaum deben tener claro el ciclo de uno debe cerrarse y el de la otra iniciarse con condiciones de inversión atractivas, y para ello hay que mantener la confianza de los inversionistas. Hay problemas serios por atender, como el crecimiento de la deuda pública y la situación de Pemex, como para heredar otros.

Déjà Vu 

Con la misma seriedad con la que se realizó la encuesta que determinó la cancelación de las obras del que hubiera sido el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, así se decidió encarar la reforma constitucional en materia judicial.

No hubo foros ni mesas redondas, mucho menos una campaña que informara al pueblo sabio en que consiste la propuesta presidencial, avalada por el partido oficial, que finalmente tendrá consecuencias importantes en nuestro futuro inmediato.

A final de cuentas peso más la voluntad del presidente Andrés Manuel López Obrador que los buenos deseos de la mandataria electa por hacer las cosas de la manera correcta. Como en los edificios antiguos, el segundo piso de la Cuarta Transformación será una calca del primero porque así lo dispone su arquitecto quien desde ya muestra que será un mito su retiro a conocido rancho.

En el pírrico ejercicio participaron dos encuestadoras que fueron las que más se acercaron a los resultados de la elección presidencial, también se incluyó una tercera elaborada por el partido oficial que de esta manera se erigió como juez y parte de un evento que por su naturaleza tendría que haber sido delegado en la ciudadanía.

Cada una de ellas entrevistó a mil 200 personas sin una clara metodología y sin una precisión del universo en cuestión que seguramente estuvo dominado por simpatizantes o por beneficiarios de algún programa social, una especulación valida a partir de cómo se han ido manejando los acontecimientos.

Una vez más el llamado “pueblo” fue utilizado por el oficialismo quien así se lava las manos. En caso de que la norma validada termine en un fracaso será responsabilidad de la gente que tomó la decisión, si en cambio las cosas marchan por buen camino el éxito no será de otro más que del presidente de la República y su visión de Estado.

Esta cadena de acciones no se puede entender de otra manera, la semana pasada el presidente aseguró que la reforma va y que está por encima del impacto que esta pueda tener en los mercados y en la cotización de la moneda. Entonces, ¿para qué montar un teatro?

Así en frío se le preguntó a la gente que opina del poder judicial; cuál ha sido su experiencia para acceder a la justicia; cuáles son los mecanismos que deben implementarse para elegir a los jueces, ministros y magistrados de la corte, preguntas que inducen las respuestas en un ejercicio maniqueo cuyo resultado ya conocemos todos antes de ser anunciado.

Un mal inicio para la doctora quien al parecer no sólo seguirá los pasos de su admirado líder sino que habrá de caminar dentro de sus mismos zapatos.

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