Aunque en el discurso de Alejandra del Moral se habló de empate y del “ya casi”, así como abundaron análisis de las votaciones previas para desestimar las encuestas a favor de Morena, lo cierto es que todas mantienen una ventaja de más de 10 puntos de Delfina Gómez sobre la priista, por lo que se ve complicado que haya una sorpresa, aunque tal vez sí una elección más cerrada. Probablemente a Del Moral le faltó contundencia, jugarse el todo por el todo, pero optó por dejó pasar sin más que una delincuente electoral hablara de terminar con la corrupción en el estado sin morderse la lengua.
De confirmarse el escenario, Delfina Gómez va a demostrar que Morena puede ganar una elección contra la alianza opositora con la fuerza del aparato como partido oficial y a pesar de la calidad de quien lleve la candidatura. El caso del Estado de México será de estudio para las estrategias electorales que vengan de todos los bandos.
Por su parte, en Coahuila el escenario se le descompuso a Mario Delgado, a quien al parecer no estará para operar lo que viene después del 4 de junio con las “corcholatas”. El dirigente de Morena apenas logró que el partido Verde anunciara su apoyo a Armando Guadiana, rompiendo la alianza que tenía con la Unión Democrática de Coahuila (UDC), pero quedándose Lenin Pérez con la candidatura del partido local.
Para colmo, la solicitud de López Obrador a Ricardo Mejía para que deje de hacer campaña usando su nombre, rompió toda posibilidad de acuerdo con candidato del PT y, por lo visto, también con el Partido del Trabajo, que tiene en Coahuila una de las pocas oportunidades en sus más de 30 años de historia de ganar algo por cuenta propia, aunque sean diputados locales.
Ganar Coahuila sólo será alargar la agonía del PRI, partido que sólo conservará dos gubernaturas, ambas logradas en alianza, pero que no alcanzan para detener la fuga de intereses y cuadros que sigue experimentando hacia Morena, perfilándose el priismo a diluirse en el partido guinda, como el PRD.
Pendientes de cara al 2024: Morena sigue en crecimiento y no se ve cómo impedir que continúe conservando la Presidencia, pero se le complica la coalición con el Verde y PT, de los que puede prescindir de no ser porque la meta de la mayoría absoluta en el Congreso es ahora sólo un castillo en el aire.
El PAN tendrá que reconsiderar ir en alianza con dos partidos en extinción que poco le aportan, si es que aspira a algo más que administrar las cuotas que logra, claro. Movimiento Ciudadano va con sus propios tiempos, seguramente será el último partido en definir candidato presidencial, mientras se mantiene al acecho de cómo evolucionan los escenarios en los otros partidos.
¿Ahora sí el regreso a la Categoría 1?
Como nunca antes, ningún presidente de México había confundido tanto la gimnasia con la magnesia. Inocente o malintencionadamente mezcla conceptos, revuelve temas, practica injertos en donde se entreteje la realidad con la ficción, hace juicios de valor sin sustento; en fin, una barra te cocteles que usualmente funcionan para desviar la atención pública de los temas relevantes, pero que de muy poco sirven en la resolución de los problemas que aquejan al grueso de los mexicanos.
Dentro de esa narrativa la detención y juicio a Genaro García Luna en la Unión Americana le ha venido al presidente, parafraseándolo, como anillo al dedo. Durante su conferencia matutina volvió a hacer uso de este recurso en el que mediante una insólita asociación de ideas reclamó al gobierno de Estados Unidos por no validar el regreso a la categoría 1 en seguridad aeronáutica o ha otorgado la “carta de buena conducta” como le llamó él, mientras que en tiempos de Calderón el aeropuerto lo tenían narcotraficantes y, agregó, que ahora que lo maneja la Marina ya no se roban las maletas ni se introduce contrabando. Simplista y, como ya es usual, coloca la responsabilidad en un tercero.
O el presidente no sabe o al presidente no le informan. Cómo Estado soberano, Estados Unidos se reserva el derecho de exigir a una serie de requisitos en materia de seguridad aérea, muchos de los cuales que se dejaron de cumplir debido a las políticas de austeridad decretadas por el Gobierno Federal y que impactaron severamente a la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC).
Entre muchas otras cosas se consideró innecesario seguir invirtiendo en la capacitación de inspectores quienes eran los responsables de certificar a las aeronaves nacionales, de ahí que el salto fuera automático, la Agencia de Aviación de Estados Unidos acusó a nuestro país de operar de forma irregular, ordenando una auditoría que derivó en la degradación en la categoría.
Durante este periodo la industria aérea nacional ha visto limitada su recuperación financiera tras la pandemia de covid-19, dado que por la degradación está impedida de abrir nuevas rutas hacia la Unión Americana y, en este caso, al no haber una reciprocidad, las líneas aéreas del norte han aprovechado la oportunidad al tener el campo libre. Analistas estiman que los daños acumulados en los últimos dos años superarían los 250 millones de pesos. Aeroméxico habla de una pérdida del 15% de la participación respecto a la competencia del otro lado de la frontera.
Originalmente la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) emitió 28 observaciones que lejos de solventarse se incrementaron a 39. El 25 de mayo de 2021 la AFAC emitió un comunicado en donde estimaba el pronto regreso a la máxima categoría gracias a las “revisión puntual de las evidencias reportadas en la auditoria por parte de la FAA”.
Ya pasaron dos años y un poco más, mes con mes hemos seguido atentamente los optimistas comentarios de nuestras autoridades. Son los hechos al final los que deberán hablar, es ahí donde la palabrería se pierde y nos damos de golpes en la frente de cara a la realidad.
Síguenos en Google Noticias para mantenerte enterado