Morena se encuentra al borde de un cisma. Las declaraciones hechas en las últimos días por el excanciller Marcelo Ebrard, son poco más que contundentes. Hay una evidente “cargada” desde el partido para favorecer a Claudia Sheinbaum y él no va a dejar pasarlo sin importar las consecuencias que esto le traiga.
El todavía aspirante a ocupar la Coordinación de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, el eufemismo con el que la Cuarta Transformación ha designado a la que será su candidata o candidato a la Presidencia para burlar la ley electoral, ya tomó una decisión para la que no hay vuelta atrás. Sin hacerlo frontalmente, acusó al presidente de estar favoreciendo a la exgobernante de la Ciudad de México al denunciar que se han utilizado diferentes dependencias del gobierno, entre las que destaca la Secretaría del Bienestar, para promover a su rival, algo que no podría ocurrir sin el conocimiento del mandatario. Por si fuera poco, en un mensaje con dedicatoria, recordó que durante el proceso de selección para elegir al candidato presidencial que habría de abanderar al Partido de la Revolución Democrática en 2012, él se comportó como un buen perdedor admitiendo su derrota ante López Obrador, ¿reproche o deuda pendiente?
Es mucho lo que está en juego: para Ebrard, una trayectoria de 42 años en el servicio público. Una derrota con toda seguridad lo llevará al retiro porque ¿a qué más puede aspirar habiendo sido jefe de Gobierno de la Ciudad de México y secretario de Relaciones Exteriores? Para él es todo o nada, por eso es que su estrategia atraviesa por polarizar la contienda, tratar de atraer el voto de los indecisos, mostrar que las encuestas mienten y que es justamente él quien puede llevar a la Cuarta Transformación al siguiente nivel con un sello propio, lejos de la sombra de un caudillo quien, pese a anticipar retiro, amenaza con seguir moviendo los hilos desde su rancho en Palenque.
El presidente, que no ha escatimado palabras para referirse al Frente Amplio por México y sus posibles abanderados, se muestra cauto, trata de evitar la confrontación entre sus “gallos” de pelea sabedor de que la división favorece a sus rivales. En su mente debe haberse planteado ya todos los escenarios posibles sobre lo que significaría la salida de Ebrard; el número de adeptos que lo seguirían; si se sumaría a alguna fuerza política y si esto ocurriera, el impacto que tendría en el proceso electoral de 2024 en el que lo que está en disputa es el futuro de su movimiento.
Sabido es que el presidente nunca calla, para él el silencio es un error político si no, que le pregunten a sus voceros. Buscando revertir el impacto generado por las declaraciones de Ebrard, el presidente Nacional de Morena, Mario Delgado, de la mano del presidente del Consejo Nacional del partido, Alfonso Durazo, liberaron una carta dirigida a su militancia, simpatizantes, dirigentes y gobernadores; de siete párrafos en cinco de ellos se menciona la palabra unidad, algo que no se alcanza por decreto.
Faltando 12 días para que los aspirantes de Morena pongan fin a lo que han denominado “recorridos” antes de la realización de las encuestas que definirán a su candidato, Ebrard tendrá que tomar la decisión política más importante de su vida, mostrarse sumiso a la voluntad presidencial o emprender un nuevo rumbo hacia lo desconocido.
La mayor mina de oro y plata… en huelga
Hace más de dos meses estalló la huelga en la mina de Peñasquito, Zacatecas. Los trabajadores exigen, entre otras cosas, un aumento de 10 al 20% en la participación de utilidades, lo que la empresa estadounidense Newmont considera poco razonable y, además, acusa al sindicato de no cumplir con lo el Contrato Colectivo de Trabajo firmado hace apenas un año y que es vigente hasta 2024.
A pesar del diminutivo de su nombre, se trata de la mina de oro y plata más grande de México, representa más del 20% de la producción nacional de oro y, a decir de Newmont, son la principal fuente de empleos en Zacatecas. El paro laboral está generando pérdidas a la minera estimadas en más de 250 millones de dólares. Es decir, no es cualquier huelga.
Del otro lado, el sindicato minero aludido es el que encabeza Napoleón Gómez Urrutia, hoy senador por Morena, quien a pesar de ello no parece tener influencia en el actual gobierno ni en la política laboral y menos en el partido, notándose que su curul para tener fuero y regresar a México fue la única moneda de cambio por su apoyo en las elecciones de 2018, lo cual no impide que siga presentándose como paladín del nuevo sindicalismo.
El conflicto se fue a tribunales, lo cual da mala señal de que puede ir para largo, salvo que las partes vuelvan a negociar y lleguen a un acuerdo. Hay que recordar que otros paros laborales con el sindicato minero de Gómez Urrutia han durado años, como el que también tiene en Zacatecas en la mina de San Martín, propiedad de Grupo México de Germán Larrea, su némesis en muchos casos, uno de ellos que llevó a Napoleón a exiliarse en Canadá para evitar caer en manos de la justicia.
Dada la magnitud de la afectación y a que se suma a otros problemas del sector, la Cámara Minera de México (Camimex) emitió un comunicado manifestando su inconformidad por la falta de solución en dos temas: la dilación en los permisos ambientales y los conflictos laborales, en concreto, el caso de la mina de Peñasquito. En este último, exhortando a una mayor colaboración de las autoridades laborales para resolver el conflicto. La Cámara no tuvo empacho en acusar la falta de Estado de derecho para el sector.
La huelga en Peñasquito tiene un fuerte impacto en la producción nacional, en la confianza de los inversionistas, y en el empleo en Zacatecas, entidad, por cierto, aquejada también por la falta de Estado de derecho, pero por la presencia de organizaciones criminales.
