No muy alejado de algunos personajes oscuros de nuestra historia universal contemporánea, Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos con una visión mesiánica en la que se visualiza como el salvador de una decadente nación a la que hay que rescatar de las cenizas.
Desde un inicio no se ha molestado en ocultar sus afanes bélicos para alcanzar sus fines, así, irresponsablemente está a punto de desatar una guerra mundial arancelaria, una guerra en la que nadie puede salir bien librado y en la qué él, como ocurría con los antiguos pilotos kamikaze, parece estar dispuesto a arder junto con los que considera sus enemigos.
La imposición de aranceles en el acero y aluminio son una bofetada para una comunidad que ha construido a lo largo de las últimas décadas un mundo en el que las barreras comerciales se han ido difuminando para abrir paso a la libre circulación de mercancías. Con sus acciones, Trump esta rompiendo con el liderazgo que le corresponde a Estados Unidos como una de las grandes potencias para colocarlo del lado de los tiranos, de todos aquellos que tratando de imponer su voluntad por la fuerza terminaron por ser arrojados a las sombras.
Enceguecido por el poder, Trump no está interpretando bien sus cartas, los mercados pocas veces se equivocan y hasta el momento los números no le están favoreciendo. Estados Unidos es la mayor potencia consumidora en el mundo, sin embargo, se encuentra lejos de la autosuficiencia en todos los ámbitos. Pretender que de la noche a la mañana los inversionistas decidan abandonar sus plazas para desplazarse a la Unión Americana, con todos los costos que esto conlleva, es una locura máxime cuando la presidencia del magnate tiene fecha de caducidad.
Aplicar aranceles significa elevar los costos de los productos desalentando su consumo (la producción de los mismos en la Unión Americana resultaría aún más costosa considerando la falta de insumos y el valor de la mano de obra), motor de la economía estadounidense, un poco más atrás vendría la inflación acompañada de su prima hermana la recesión arrastrando en el camino a la población que el dice beneficiar.
A pesar de no ser algo nuevo, ya durante su primer mandato, Trump impuso arbitrariamente aranceles a la Unión Europea, a México a India y ni que decir de China, en esta ocasión parece mostrarse más peligroso, debido a la simultaneidad y homogeneidad en la medida ya claramente marcada como una política de Estado que muestra un patrón más claro de proteccionismo y una creciente desconfianza hacia la globalización.
Canadá, principal proveedor de acero a la Unión Americana, ya anunció que aplicará aranceles de 25% a cerca de 21 mil millones de dólares en productos estadounidenses a partir de hoy; la Unión Europea hará lo propio por 28 mil millones de dólares sólo que con fecha 1 de abril; tanto Gran Bretaña como Brasil están valorando aplicar medidas recíprocas y México, con toda la serenidad y paciencia de la presidenta Claudia Sheinbaum, planea esperar hasta el 2 de abril para anunciar cual será su determinación.
Se vienen semanas difíciles, tal vez en El Príncipe de Maquiavelo o en El Arte de la Guerra de Sun Tzu, pudiéramos encontrar alguna respuesta, hay quien afirma que Trump suele hojearlos de vez en cuando.
A prueba, el sistema financiero nacional contra el lavado de dinero
A propósito del combate a los cárteles de la droga en México en medio de la turbulencia generada por las políticas de Donald Trump, el ataque al lavado de dinero se perfila como una prioridad para las autoridades hacendarias, quienes consideran que la problemática está directamente vinculada con la seguridad, así como con la estabilidad y la confianza en el sistema financiero nacional.
Como parte de ello, la evaluación que realizará el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), a partir de junio de este año y hasta octubre de 2026, permitirá determinar las acciones que deberán fortalecerse en la materia y se extenderá una calificación a nuestro país sobre el particular.
Para prepararse, representantes de los sectores público y privado de las instituciones y entidades que conforman el sistema nacional de prevención y combate al lavado de dinero y al financiamiento al terrorismo participan en el curso de pre-evaluación, desarrollado en el marco del proceso de revisión ante el GAFI, organismo internacional que establece las normas y promueve la aplicación efectiva de las medidas legales y operativas para combatir dichas amenazas, relacionadas con la integridad del sistema financiero internacional.
La capacitación está dirigida a representantes de instituciones financieras, unidades de inteligencia patrimonial y económica, entre otros, y busca dar a conocer las etapas del proceso de evaluación y comprender los elementos que permiten demostrar el cumplimiento de los estándares internacionales.
Sin embargo, a final de cuentas lo verdaderamente relevante del ejercicio de evaluación será conocer la efectividad de nuestro sistema financiero nacional y cómo es que ello ha incidido para llevar a proceso penal a integrantes de la delincuencia organizada y en cuántos casos se ha obtenido una sentencia condenatoria.
Nissan México, ¿un modelo global?
Nissan estrena presidente y CEO a partir del 1 de abril y se trata del mexicano Iván Espinosa. Pocos casos hay de mexicanos al frente de una multinacional extranjera y son banqueros: Manuel Medina Mora llegó a ser copresidente de Citi y, actualmente, Héctor Grisi es consejero delegado de Banco Santander.
El ingeniero mecánico del Tec de Monterrey llega a encabezar a Nissan en un escenario complicado: fracasaron las negociaciones para fusionarse con Honda; tuvo pérdidas de 93% de sus beneficios netos del primer semestre de 2024 y proyecta una pérdida anual de 500 millones de dólares y la desventaja en la producción de autos eléctricos. Por si fuera poco, están las amenazas arancelarias de Donald Trump para que las empresas automotrices trasladen su producción a Estados Unidos.
Los dos directores generales inmediatos que antecedieron a Espinosa se fueron con malas cuentas: el japonés y todavía CEO, Makoto Uchida, por los malos resultados financieros y la malograda fusión con Honda y, peor, el brasileño Carlos Goshn, acusado de fraude y evasión fiscales en Japón en 2018, de donde huyó a Líbano.
Hace unos días, por el tema arancelario, Uchida planteó la posibilidad de retirar de México las plantas de producción que tiene. Se trata de dos en Aguascalientes y la de Cuernavaca, esta última la primera de Nissan -entonces Datsun-, fuera de Japón y que el próximo año cumplirá 66 años.
Afortunadamente, hay señales de que Espinosa no respalda la idea, no por ser mexicano, sino porque tiene planes de ampliar inversiones en Latinoamérica y replicar lo que se ha hecho de Nissan en México en otros países. Cabe señalar que no es el único paisano en la alta dirección de la empresa: Silvino Ángeles es vicepresidente de Recursos Humanos de África, Medio Oriente, India y Europa. Y claro, tanto Espinosa como Ángeles se formaron en Nissan México, por lo que la apuesta parece ser un modelo de negocios exitoso japonés implementado en nuestro país, donde se mantiene como líder en ventas.
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